Rememora el Papa su visita a Michoacán
MORELIA, Mich., 16 de febrero de 2016.-Desde muy temprana hora, feligreses se encontraban ansiosos y entusiasmados ante la tan esperada visita del Papa Francisco a la capital michoacana.
Mientras las personas acudían a los puntos de encuentro en los que querían vislumbrar a su santidad, otras tantas no podían circular de manera normal por la ciudad, debido al cierre de vialidades que se estaba llevando a cabo en diversos puntos de Morelia.
El frío para las personas que viajaban desde municipios, estados, e incluso de otros países era inmenso a eso de las 6 de la mañana. Se podía apreciar los cuerpos sobre el duro piso, el cual utilizaron como alfombra para descansar, y no perderse ni un segundo de la llegada de Francisco.
Mientras que las personas que decidieron no acudir a la espera del Papa, se quedaron en sus casas esperando por horas y horas a que este día al fin termine, ya que escucharon días antes por la radio que no era conveniente salir, al menos de que fuera por una emergencia médica.
El furor, la pasión, la fe y la alegría que rodeaban cada espacio en el que se encontraban los creyentes, podía haber contagiado a más de alguno que no lo fuera. La vibra positiva se apoderó del lugar cuando muchos comenzaron a gritar ¡Ahí viene, ahí viene!
Después de horas de larga espera, la mamá con los brazos adoloridos de cargar a su pequeño, los comerciantes que no tuvieron las ventas que esperaban, los elementos de la Cruz Roja que se encontraban distraídos al no tener ningún percance, todos, inmediatamente todos asomaron su cabeza con gran emoción para apreciar a Francisco, quien en su papamóvil saludó rápidamente con esa sonrisa que lo caracteriza.
Las religiosas bailaban, brincaban y cantaban de felicidad, como cuando va una niña por su juguete o su dulce favorito, los párrocos entonaban melodías religiosas mientras formaban las largas filas para ingresar al Venustiano.
Muchos de los feligreses que no pudieron entrar, desde afuera escuchaban con atención la misa de Francisco, para que al terminar, finalmente pudieran volver a verlo por unos segundos y así lograr capturar alguna postal con una cámara o un celular.
Y así, en un 16 de febrero, el sol, el cansancio, el hambre, el desespero, desaparecieron para muchos, en uno de los hechos más históricos para el estado de Michoacán.