El mercado rosa

Mi director de tesis doctoral, la doctora Graciela Andrade, me pidió entre otros libros para la preparación de aquel documento teórico, presentado y aprobado, diera lectura al libro de David Harvey: Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo; y con ello, ayudaría a comprender como el capitalismo histórico se reinventa y esta preparado en el día a día para estar presente en las necesidades y expectativas de la población.
Ese mismo libro me permite ahora desarrollar una reflexión sobre lo que hoy pudiera estar sucediendo con las marchas del orgullo gay, o también llamadas con un anglicismo “PRIDE”, que aquí en Michoacán transitaron de ser marchas contra la homofobia, a marchas por el orgullo, y finalmente a expresión del PRIDE, y que cada vez más personas, incluso servidores públicos se refieren a dichos conceptos como el PRIDE.
Mi intención en esta meditación, es conocer, saber, que tanto el capitalismo ha influido en las marchas cuyo contenido es la resistencia sexual, la disidencia sexual, la diversidad sexual, las identidades sexuales, así como la agenda pública a favor de los derechos y libertades para la dignidad humana de las personas disidentes sexuales (lesbianas, gay, bisexuales, transgénero, transexual, travesti, intersexual, queer, no binario, género fluido y otros). La pregunta es provocadora y seguramente disruptiva.
Las acciones que se realizan por la sociedad a través de movimientos sociales que se pronuncian por alcanzar visibilidad y en cuyas luchas se generan expectativas para obtener nuevos derechos humanos (Enrique Dussel) vienen trabajando desde la Segunda Guerra Mundial, uno de estos movimientos sociales es el llamado de la diversidad sexual.
De los años cincuenta del siglo XX, ha venido avanzando significativamente la visibilidad de orientaciones e identidades sexuales distintas a la hegemónica a través diferentes acciones, entre ellas, las marchas históricas no solo en México, sino en el Mundo, pero, además, en estos años se ha impulsado el consumismo, y hoy en la posmodernidad, nos encontramos la sociedad bajo un esquema de hiperconsumo tal como lo expresa Guilles Lipovetzky en sus diferentes textos, uno de ellos De la ligereza.
Lipovetsky, analiza cómo ésta “civilización de lo ligero” genera ambivalencias: por un lado, libera al individuo de ataduras opresivas; por otro, lo deja expuesto a la angustia, la soledad y la falta de referentes sólidos; en estos tiempos ya vivimos problemática de salud mental incluido este segmento de población de la disidencia sexual; esta frase se hace complementaria a la posición teórica de Zygmunt Bauman, cuando habla acerca de lo efímero, de los valores líquidos que ya no ofrecen una guía estable ni duradera para la vida individual o colectiva.
Es decir, las expresiones como marchas, caminatas, y otras, tienen diferentes capas que resignifican sus intensiones y modelos de organización, por un lado, la capa que continua generando creación y desarrollo de conciencia antropológica (Edgar Morin) a través de la lucha social por la visibilidad y resistencia, hoy incluida la resistencia de las comunidades originarias y sus grupos disidentes sexuales, como ejemplo en Michoacán y otras entidades (las cuatro ediciones de la Marcha del orgullo gay Purépecha), es decir una visión de giro decolonial étnico (Aníbal Quijano, María Lugones, Ramón Grosfogel, teóricos del giro decolonial latinoamericano).
O bien, la marcha del orgullo gay Pride en Morelia, Michoacán 2025, donde el contingente que abre porta una gran lona cuyo lema expresa “El orgullo también es la memoria de la lucha, ni un paso atrás”, y que con ello, se reposiciona la agenda de evitar los mecanismos de opresión en que se vive aun en estos momentos distintas identidades sexuales, como las poblaciones trans y por otro lado la importancia de seguir insistiendo en trabajar en asuntos de educación, salud, trabajo, seguridad, participación ciudadana y política.
Pese a dicha capa, que busca la inclusión y la progresividad de los derechos humanos de una agenda pública, debe salir sin estereotipos, es decir, como una marcha de gente blanca, joven, de clase media-alta, con capacidad económica, porque ello excluye a otras identidades sexuales étnicas, de bajos recursos, o bien, que viven en zonas rurales, adultos mayores, disidencias con discapacidad. Sin exclusión dentro de la inclusión.
Una capa adicional es la incorporación de la lógica de mercado, es decir, el fenómeno que conocemos como capitalismo “rosa” o bien, “arcoíris” y se refiere a como el capitalismo a través de sus empresas y marcas, han logrado adoptar los símbolos del orgullo a conmemorarse durante el mes de junio, para atraer a consumidores disidentes sexuales sin necesariamente con ello comprometerse con sus derechos o bienestar de manera genérica durante el año; solo es por el momento y como una campaña más de posicionamiento de la marca y el arcoíris.
La lucha de la disidencia sexual ha generado en estos años progresividad de derechos humanos, pero también una riqueza cultural, simbólica y política, pero que a menudo es apropiada por empresas para fines comerciales, por ello, y dicho en otras palabras, todas aquellas marcas (bienes, productos, servicios) que se suman a las marchas del orgullo, sin comprometerse con los derechos de la disidencia sexual, ilustran una contradicción entre la apropiación privada y la riqueza común; es decir, el asunto es negocio, es bisnes.
Por otro lado, las identidades sexuales hoy diversificadas y reconocidas, tienen un valor social profundo de liberación, comunalidad, reconocimiento por el Estado, pero el capital y sus empresas tienden a convertirlas en valor de cambio, es decir, por camisetas arcoíris, pulseras, paraguas, ropa, productos sexuales, suvenir, publicidad, turismo gay, esto puede vaciar el contenido político de las marchas, dejando de lado las protestas y expresando el hedonismo en las marcas volviéndolas multicolores, dejando que la visibilidad social solo vea eso, colores, pero no protestas por discursos de odio, Ecosig, crímenes de odio, discriminación, exclusión, estigmas y prejuicios, violencia.
De esta manera, durante el mes de junio, diversos productos de distintas marcas son decorados a modo, pese a ello, hay que decirlo, muchas de esas empresas no han preparado el diseño de protocolo de protección y respeto para sus empleados y de igual manera promover acciones para prevenir y evitar la exclusión y discriminación tanto al interior de los negocios como en la atención externa de los clientes; entre otras cuestiones, la presencia de ideologías: misóginas, machistas, clasistas, racistas, homófobas y xenófobas, de aporofobia; por lo que no nos dejemos ir por la primera impresión de ver a las empresas como inclusivas porque sus bienes, productos o servicios incluyen la imagen arcoíris, sino más bien, el compromiso es lograr identificar que existe un apoyo genuino en la tolerancia y respeto a disidentes sexuales, y no solamente se trata de lo que es llamado lavado de imagen con fines comerciales “pinkwashing”.
Retomando el modelo teórico de David Harvey: Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo, me parece importante señalar que el capitalismo promueve la libertad individual como es el consumo, cada persona decide que consumir, pero al mismo tiempo el capitalismo impone formas de control y normalización a través de distintos mecanismos que someten, controlan y disciplinan los cuerpos (Michel Foucault y Byung-Chul Han).
En este sentido, uno de los elementos que son exaltados en las marchas del orgullo gay o marchas Pride, es la libertad sexual y en ello, las orientaciones e identidad y expresión de género, pese a esta posición, la intromisión del capitalismo y el mercado hedonista copta dichos elementos y convierte la libertad sexual en una mercancía. Así, el capitalismo ha convertido el Pride en una vitrina rentable, por todos los instrumentos de movilización y de atracción que utiliza durante el evento que utilizan recursos, pero también hay que decirlo, se han generado formas de resistencia y reflexión dentro de la disidencia sexual.
Finalmente, las marchas pueden ser vistas como expresiones de resistencia frente a las contradicciones del capital, pero también como espacios donde esas contradicciones se manifiestan y se negocian. Finalmente “amor es amor”.
A manera de repensarnos en la agenda política y social de las marchas del orgullo los temas a posicionar podrían ser entre otros: migración e identidad sexual; protección contra las terapias de conversión (ECOSIG); salud integral; educación inclusiva y libre de violencia; justicia y seguridad (crímenes de género, transfeminicidios, personas disidentes sexuales desaparecidas, desplazamiento de personas disidentes sexuales), trabajo digno y sin discriminación; participación política y representación; derechos DESCA; igualdad real y justicia social.