Balean a 2 en estacionamiento de Ceconexpo
MORELIA, Mich., 12 de diciembre de 2018.- Ni el calor, el dolor, cansancio ni la gran concentración de personas son impedimento para que la fe se haga presente en los creyentes católicos.
La aglomeración se dio en la Calzada Fray Antonio de San Miguel, la cual desde finales de noviembre comenzó a recibir a feligreses que acudían al Santuario de Guadalupe.
La afluencia aumentó y miles de peregrinos arribaban a este punto que este martes y miércoles se vistió de música y color en honor a la Virgen de Guadalupe, motivo del mayor número de mandas de la población.
Mujeres y hombres de todas las edades iniciaban su andar, ya fuera a pie o de rodillas apoyándose en cobijas colocadas con la ayuda de familiares.
Entre los miles se encontraba Alejandra Farías, una joven moreliana que desde niña fue inculcada con la religión católica y que con el paso de los años encontró en esta un refugio en caso de alguna dificultad.
“Ya llevo 26 años viniendo a visitar a la Virgen, desde que mi madre nos traía, y ahorita tengo tres años viniendo pagando una manda porque mi hija está enfermita, tiene una enfermedad que se llama microcefálea y voy a pagar una manda por ella”.
Esto no la quebró, al contrario, la fortaleció y de la mano de sus plegarias a la Guadalupana su hija ha progresado, pues en un tiempo pasado estuvo grave de salud.
“Ella estuvo muy grave hace dos años, estuvo a punto de morirse y la Virgencita me hizo el milagro de que esté con nosotros”.
Hoy, por tercer año consecutivo acude a este espacio de fe para agradecer la mejora que su hija ha presentado pese a los pronósticos adversos que en su momento le daban debido a su condición.
“Ha mejorado muchísimo, de ella me decían que no iba a caminar y mi niña ya camina, está empezando a hablar también, tiene tres años; esta tradición es muy bonita, depende de la creencia de cada quién, pero nosotros somos muy católicos y devotos”.
Esta manda la emprende desde el inicio de la Calzada y hasta la entrada del Templo, trayecto en el que su madre, su padre, hija y familiares la acompañan, apoyándola colocando las cobijas ante su avance para evitar se lastime con la cantera.
Sin importar el tiempo invertido ni el cansancio acumulado, Alejandra lo hace con gusto y con la alegría de saber que su pequeña mejora su salud, lo cual para ella es el mejor regalo y demostración de que los milagros suceden si persiste la fe.