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MORELIA, Mich., 12 de julio de 2020.- Te van adentrando al tema. Uno llega al Centro Ecoturístico Tres Cascadas donde te ofrecen, primero una explicación del lugar, y después una charla sobre las luciérnagas. Hay un tiempo libre en el que las personas pueden recorrer las instalaciones de este centro ecoturístico, mientras, empieza a caer la noche.
Porque es imprescindible que sea de noche para poder apreciar este espectáculo natural, pero también es importante que sea temporada de lluvias, que haya humedad, y que el espacio se encuentre lejos de cualquier punto luminoso citadino.
Desde un principio los guías lo advierten, No tienen manera de saber si habrá muchos luciérnagas o serán muy pocas durante el avistamiento. También dejan en claro que no son santuarios como el que está en Tlaxcala o en Tlalpujahua, pero es un lugar donde puede apreciarse a este peculiar insecto en su hábitat.
Una vez que ha caído la noche, la suerte está echada, hay que revisar las condiciones del clima porque el camino es empinado y puede hacerse resbaladizo con el agua. Hay que llegar hasta una caída de agua y un río. El grupo general, formado por casi 20 personas, se divide en dos. El primero sale con un guía y el segundo, 20 minutos después, hace lo mismo.
En un principio se permite utilizar la lámpara del teléfono celular para poder ver por dónde se está pisando, pero en algunos momentos el guía pide que se apague la luz y que se guarde silencio. Ahí se pueden ver los primeros destellos en la noche, las pequeñas lucecillas intermitentes, que más asemejan un acto de magia, que algo cotidiano.
Por suerte parece que la lluvia se contiene. De vez en vez relampaguea el cielo y la luz que permite ver momentáneamente, muestra una nube oscura y cargada; es seguro que lloverá, pero lo que no se sabe es en qué momento, es parte de este recorrido de aventura.
El pequeño grupo sigue cuesta abajo, cada determinado momento se detiene para poder ver a las luciérnagas. Este sábado no salieron en grandes cantidades, pero se pueden ver aisladas con cierta frecuencia. Sin embargo el viaje lo vale; el olor a bosque, a tierra mojada, en sonido de la caída de agua y el río corriendo da una atmósfera, que cualquiera podría sorprenderse de saber que se trata del municipio de Morelia, de su zona boscosa.
Se llega hasta el río y ahí el grupo se queda un rato para contemplar el fenómeno de los centellos. Durante el camino, también en el suelo hay unas larvas que brillan, el guía cuenta que un biólogo está investigando qué relación tienen con las luciérnagas, ya que ambas especies comparten el fenómeno de la bioluminiscencia; algo puede haber entre esas larvas y los escarabajos voladores, porque sí, desde la charla lo cuentan: las luciérnagas son un tipo de escarabajo.
Después hay que caminar en medio de la oscuridad y de vez en vez prender la lámpara del teléfono para poder ver por donde se anda. Se llega a un manantial que según informa el guía, nace en ese lugar y lleva un agua tan cristalina y pura que cualquiera puede beber. Ahí lo aconsejable es llevar un termo o un cilindro para poder cargarlo de agua y disfrutar de ese privilegio ya tan raro en estos días.
Después empieza el camino de regreso, primero hay una zona plana pero con mucha humedad; hay charcos que incluso no se ven por lo que es recomendable llevar zapatos cómodos que puedan mojarse. Entonces empieza el ascenso, y esa es una de las partes más cansadas, por fortuna no dura más de siete minutos cuando empieza a verse el campamento ecoturístico. El guía anima al grupo anunciandole que para relajarse podrán disfrutar de una cena y un café humeante y caliente.
Ahí en la cocina comunitaria, ya todos sentados se reparten las corundas, acompañadas con una salsa roja, rajas y crema. Hay agua de jamaica y de mango. Realmente se disfruta de esa cena. Después ofrecen un café de olla caliente que se antoja con un pedazo de pan de “rancho”. En ese momento el cielo se cae en forma de lluvia, y uno no deja de pensar, qué hubiera pasado si esa tormenta tan fuerte hubiera caído justo a la mitad del recorrido. Por lo que surge otra recomendación: llevar impermeable.
Una vez que amaina la lluvia, es tiempo de ir en busca de la camioneta para regresar a Morelia, o en todo caso a la ciudad, porque realmente nunca se dejó de estar fuera de Morelia, el municipio. La experiencia es verdaderamente de aventura y ecoturismo, Y aunque es un volado encontrar grandes cantidades de luciérnagas, el viaje vale su caminada, es una forma diferente de romper un sábado.