José María Castillo (1937-2023)
El 12 de noviembre murió el extraordinario teólogo católico José María Castillo Sánchez (1929-2023), a los 94 años. En 1956 ingresó a la Compañía de Jesús, en la que permaneció por 50 años; la dejó en 2007, cuando iba a cumplir 80 años de edad.
De 1962 a 1964, realizó su doctorado en teología en la Universidad Gregoriana en Roma, al tiempo que tenía lugar el Concilio Vaticano II, que lo marcó de manera decisiva en su vida personal y en su trabajo teológico.
Al terminar sus estudios enseñó en Córdoba y desde 1968 en la Facultad de Teología de Granada, donde impartió el curso de Teología Dogmática. Fue profesor de la Universidad de Comillas, de la Universidad Gregoriana y de la Universidad Centroamericana, de El Salvador.
Desde los años setenta, empezó a ser hostigado por el episcopado español, que cuestionaba sus aportes a la teología. En 1988 fue destituido como profesor de teología en Granada. Es cuando comenzó a visitar con frecuencia América Latina e impartió cursos en Argentina, Paraguay y Ecuador.
En su larga vida como profesor y escritor, desarrolló un pensamiento teológico crítico y liberador, que le implicó la persecución, la censura y el maltrato de las autoridades eclesiales, pero nunca dejó de seguir pensando, creando, innovando y publicando. Siempre siguió fiel a la fe en Jesús.
De acuerdo al teólogo español Juan José Tamayo, la contribución de Castillo Sánchez a la teología se sintetizan en cuatro grandes temas: la humanización de Dios, la humanidad de Jesús de Nazaret, el declive de la religión y el futuro del Evangelio.
Él sostenía que la principal y más original aportación del cristianismo es el hecho de que Dios se humaniza en Jesús de Nazaret. Dios no se encarna en lo sagrado, sino en lo humano. Esto necesariamente lleva a luchar contra toda forma de deshumanización en el mundo.
Y subrayaba que el centro del cristianismo es Jesús de Nazaret que, a su juicio, no es propiedad exclusiva cristiana, y menos de la Iglesia, sino que puede ser considerado “patrimonio de la humanidad”.
Decía que la teología cristiana ha aceptado sin dificultad la divinidad de Jesús, pero con frecuencia se ha resistido y puesto entre paréntesis su humanidad.
Esto lo calificaba como un “inmenso error”, porque solo se llega a la plenitud de lo divino al conseguir la plenitud de lo humano. La humanización de Dios y la humanidad de Jesús conducen a humanizar la teología. Don José María estaba convencido de que la Encarnación es la mayor muestra de amor de Dios a los hombres.
Para a Tamayo su legado teológico se encuentra sintetizado en su último libro, Declive de la religión y futuro del Evangelio, cuya tesis es que desde los tiempos del Imperio Romano la Iglesia concedió más importancia a la religión que al Evangelio como buena noticia de la liberación de las personas.
Algunos estudiosos de la obra de Castillo Sánchez ubican su trabajo como teología popular o teología del pueblo, corriente post vaticano II, cuyas raíces se afianzan en la lejanía de los Padres de la Iglesia y la vida colectiva de las primeras comunidades cristianas. Por años publicó Cuadernos de teología popular, que tuvieron una gran difusión e impacto, y que la jerarquía española prohibió.
En esa línea se ubica su libro Teología para comunidades (1990); Los pobres y la teología. ¿Qué queda de la teología de la liberación? (1997); Escuchar lo que dicen los pobres a la Iglesia (1999) y los tres volúmenes de Los pobres y la teología (2012-2013).
Se ha ido uno de los grandes teólogos de la segunda parte del Siglo XX y primer cuarto del Siglo XXI, cuya misión era bajar de la cruz a los pobres. Se le va a extrañar. Queda su muy basta obra compuesta por cerca de 50 libros. Hay que leerla, para encontrar en ella el mensaje original de un Jesús revolucionario.