Libre expresión
El psicólogo Albert Bandura sostiene que el aprendizaje social es “un proceso cognitivo que tiene lugar en un contexto social y ocurre puramente a través de la observación o la instrucción directa, incluso en ausencia de reproducción motora o refuerzo directo”. En otras palabras: aprendemos de lo que vemos. En los últimos días nos han invadido noticias de hechos violentos que son capturados por aparatos celulares o por cámaras fijas en determinados lugares que atestiguan y documentan secuestros , asaltos, asesinatos en plena calle, en pleno día, en plena ciudad.
Nos hemos enterado del secuestro y asesinato de un chico que estaba por graduarse en la Ciudad de México y fue encontrado muerto después de que su familia pagara rescate. Lo mismo pudimos ver en Polanco de la Ciudad de México: una chica levantada después de forcejear, y así podemos contar una retahíla de estos testimonios en los que, además del testimonio, poco se sabe de resultados de las pesquisas y de castigo a los hechores.
Es que, además de que el esquema de seguridad y de proceso de aplicación de justicia se han venido debilitando por los protocolos, cuidados de los derechos humanos de los victimarios, de la no prisión preventiva y la asimétrica justicia penal acusatoria, el aprendizaje de lo fácil que resulta cometer delitos, y lo difícil de detener en flagrancia al delincuente, parece empezar a tener efectos multiplicadores del aprendizaje social de esta forma de actuar en una comunidad en la que cada vez menos se sanciona al que actúa mal y el que actúa bien es sancionado, como el pintor al que detiene la policía por estar haciendo su trabajo en vía pública.
Y esto es posible porque, si bien Bandura dice que aprendemos de lo que vemos, bueno, más complejo “un proceso cognitivo” permite distinguir entre las conductas que son sancionadas y las que son recompensadas. Y nuestro país está hoy de cabeza: pórtate mal y serás premiado, pórtate bien y serás sancionado parece ser. Pero todo esto lo vemos casi en el momento que sucede y puede repetirse miles de veces a través de redes sociales.
Mira lo que hemos cambiado: Antes, los pueblos indígenas no tenían otra manera de sancionar más allá de sus leyendas de nahuales que eran personajes míticos, animales que de noche se transformaban y podían acabar contigo si salías a deshoras, si te robabas una gallina, si estabas fuera del área de seguridad de tu pueblo. Y la gente le temía a una sanción de un nahual. Luego vino la ley, que es en principio un regulador del buen comportamiento de los integrantes de una comunidad. Si te pasabas de copas por la calle, ibas a pasar la noche, o el fin de semana en barandilla, si te robabas un monedero también.
Ahora hemos pasado a la búsqueda de consensos, hasta has de permitir que el ladrón te pague en abonos, pero hoy, nada se castiga, puedes tener un tutorial de cómo se cometen delitos a través del video que cualquiera pudo hacer de ese delito. Y enterarte después que nada sucedió con el hechor, sólo vamos contando el número de víctimas. ¿Hasta cuándo?