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MORELIA, Mich., 20 de noviembre de 2014.- México ha entrado en punto muerto. Tras casi dos años de avance acelerado por la vía de las reformas, el país que hasta hace poco asombraba al mundo vive días de incertidumbre, destaca el diario español el País en su edición de este jueves.
El presidente “Enrique Peña Nieto parece haber perdido, por primera vez en su mandato, la iniciativa. Su principal apuesta económica, la apertura del mercado del petróleo, se ha tropezado con una vertiginosa caída del precio del crudo, y su crédito político se ha visto sometido a fuertes críticas al descubrirse que la casa de su esposa aún estaba siendo pagada a una constructora con numerosos contratos con la Administración”.
El diario ibérico señala que la desaparición de los 43 normalistas ha abierto una espita de indignación sin precedentes en esta legislatura, “un malestar que, en el simbólico aniversario de la Revolución Mexicana, ha paralizado las más poderosas universidades del país y convocó, tras semanas de protestas, a una manifestación que se espera multitudinaria”, señala El País
El intento presidencial de atajar cualquier sospecha ha traído consigo escenas inéditas, como la fulminante anulación, a los tres días de adjudicado, de un concurso ferroviario por valor de 4 mil 800 millones de dólares en el que, entre otros, figuraba como ganador la citada constructora. O la salida a la palestra, con vídeo incluido, de la propia esposa del presidente, Angélica Rivera, una antigua y conocida actriz de telenovela, para defender, compungida, la limpieza de la operación inmobiliaria y anunciar la venta de sus derechos sobre la casa familiar.
Pero las mayores y más profundas turbulencias proceden de la calle, donde las protestas no dejan de sucederse. Carreteras cortadas, sedes de partidos vandalizadas, edificios oficiales quemados y hasta aeropuertos tomados por la fuerza han dibujado en las últimas semanas un preocupante cuadro de tensión, Guerrero, Oaxaca y Michoacán.
Pero la ola, con todo, no se detiene en el empobrecido sur ni en los límites de la tragedia de los normalistas. No se trata solo del malestar de unos estudiantes ni de la cólera de unos padres defraudados por la investigación policial.
El caso Iguala, con su venenosa combinación de impunidad y corrupción, ha tocado fibras más profundas y puesto en alerta a las instancias del poder tradicional. Empresarios, líderes de opinión, intelectuales y hasta la Iglesia han alzado la voz por la creciente oscuridad que se cierne sobre el panorama político mexicano.
“Es una crisis en la que inciden muchos factores, no se debe a una causa única. La revelación de los detalles del asesinato ha causado un shock nacional. México, de repente, se ha reencontrado con su pasado. Hay una indignación justificada y difusa que recoge una acumulación de agravios, desde el hartazgo frente a la corrupción hasta el desencanto de muchos votantes que deseaban que el PRI supiera controlar la hemorragia de la violencia. Pero la respuesta social no está articulada y ni siquiera hay líder. Y eso aún permite al presidente dar un golpe de timón”, indica el historiador Enrique Krauze.