Las propuestas presidenciales en México
¡Fuera máscaras!
Después de la fiesta, tremenda cruda. La apresurada firma del T-MEC empieza a crear una cauda de la que, Dios quiera, no terminemos arrepintiéndonos más tarde porque, jugar a las vencidas con los poderosos, nunca ha redundado a nuestro favor.
Si hubo errores en la revisión de documentos, ahora es una culpa compartida, pues la oposición también celebró con algazara la conclusión de un “adendum modificatorio” que amarra más nuestro destino con el del vecino del norte.
Ahora, en los hechos, México pertenece más a los intereses de América del Norte. Esas teorías socializantes que han difundido “los conservadores” sobre la contaminación venezolana o boliviana en nuestro país caen por su propio peso.
La repentina salida de Evo Morales, justo en las horas que Donald Trump amenazaba con declarar “terroristas” a los cárteles de la droga mexicanos; la milagrosa firma del T-MEC y la fulminante captura de Genaro García Luna, así lo demuestran.
México, finalmente se une a uno de los bloques económicos más poderosos del planeta, y todo bajo la férula de un tratado que armó el mero líder de la “mafia del poder”, que se encargó de instaurar por primera vez el TLC: Carlos Salinas de Gortari.
Él es el más feliz en todo este affaire, pues confirma que su proyecto, contra todo y contra todos, era el más utilitario, aunque en ello se hayan dejado cachos de soberanía y control de nuestros bienes en el camino.
Se entiende, e incluso se justifica que México siga este camino. Brasil, Chile, Argentina, Perú, Bolivia, Uruguay, Paraguay, simplemente nos quedan muy lejos y no hay manera de alcanzar acuerdos importantes con ellos en materia comercial.
Sin embargo, lo que parece extraño es el jolgorio, la festividad de un gobierno que se dice de izquierda, que aborrece el neoliberalismo, pero que está dispuesto a ceder, a aceptar supervisiones extranacionales para verificar que las órdenes del vecino del norte se sigan.
Eso es lo que hoy queda al descubierto y lo que los ideólogos de la 4T tendrán que empezar a procesar para explicar políticamente un Tratado que hace recordar el de Guadalupe-Hidalgo, que cercenó nuestro territorio.
Tiene razón quien dice que hay una “debilidad santanista”. Tanta genuflexión hacia Donald Trump da verguenza pero bueno, en honor a la verdad, México lo necesitaba, so pena de irnos, ahora sí, al despeñadero.
Lo curioso es: ¿Por qué el tratado no contempla nada sobre trabajadores indocumentados, ni tiene acuerdos especiales para su contratación? Tampoco incluye, ni por ensalmo, nada sobre el cooperativismo, ni los modos de producción en sociedades pequeñas.
Es, pues, un acuerdo para los grandes, para los FIFÍS, en el que “la perrada”, como le dicen en mi barrio, tendrá que mirar de lejos y seguir buscando la manera de cruzarse ilegalmente. Aquel TLC nunca abrió espacio para los braceros mexicanos.
También resulta curioso como la 4T arma fiestas de cualquier bautizo, pues si bien la captura de Genaro García Luna deja al descubierto la debilidad con que Felipe Calderón gobernó, por decir lo menos, también confirma que México es un narco Estado.
Desde hace 20 años, cuando Jorge Carpizo era Procurador General de la República, surgieron las noticias de que ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación asesoraban a los abogados de los grandes cárteles del narcotráfico.
El ex rector de la UNAM sólo atinó a decir que era falsa la información y acusó a los reporteros de servir precisamente a los intereses del narco. Los llamó “narco reporteros” y se fue a la tumba sin retractarse. Si mentir es un pecado…
Ahora, 20 años después, nos confirman que uno de esos ministros, Eduardo Medina Mora, se encuentra bajo sospecha de haber servido a los intereses del crimen organizado pero, por toda acción ejemplar, la 4T le acepta simplemente su renuncia.
Borrón y cuenta nueva, hoy se lavan culpas, se expían penas y se libera a los delincuentes. En un Estado de derecho, hoy estarían en la mesa muchos más expedientes abiertos, pero sólo aparece lo que a Estados Unidos le interesa, porque ellos iniciaron la averiguación.
¡QUÉ FESTEJAN, REALMENTE QUÉ FESTEJAN!
México es, desde hace décadas, un Narco-Estado, al menos desde los 90, justo en la época del esplendor Salinista. Todos, todos los mexicanos lo sabíamos. Si no es indicativo de eso el caso del General Jesús Gutiérrez Rebollo, no entendemos nada.
Desde entonces hay altos funcionarios conectados a negocios ilícitos, que involucran a los políticos con escándalos y fraudes electorales, por los flujos de dinero producto de la delincuencia.
Esto empaña las cartas credenciales de personajes como Manuel Barttlet, por sólo citar al hombre que conoce desde dentro la historia de cómo se fraguó el gran fraude de 1988, que llevó a Salinas a la Presidencia y a Cuauhtémoc Cárdenas al ostracismo.
Esto derrumba totalmente la “genial tesis” aquella de: 90% de honestidad, 10% de capacidad. Casualmente, esa incapacidad ancestral, unida a la corrupción, son las que mantienen hundido a México con tantos proyectos presidenciales fallidos.
¡Qué festejan, insisto, qué festejan!