Morena ya perdió Veracruz
“Rumbo al 2022… ¡El campo!”
El fin de año es período de reflexión, buenas intenciones, planeación y compromisos; es tiempo de revisar lo vivido y aprovechar lo aprendido para hacer mejor las cosas en el futuro.
R- Guarraguauuu, mi Santias. Para el campo mexicano, michoacano y guanajuatense el camino parece estar claro, es tiempo de cambio de paradigmas o nuestro pueblo sufre; nuestra vocación natural es la producción de alimentos priorizando la alimentación de nuestro pueblo para, después, si hay excedentes, atender otros mercados y buscar ganancias, no al revés; en otras palabras, una de las lecciones que nos deja el 2021, ya tratada en artículo anterior, es que solo aquellos pueblos y naciones que sean autosuficientes para alimentar a sus pueblos, serán libres y soberanos; lo que da a la sociedad rural y al campo un lugar preponderante en el destino de México y una responsabilidad que debemos afrontar con compromiso, ¡sí!, pero también con alegría e inteligencia.
S- Coincidimos, perro, por ello el camino sugerido es la producción desde la organización apoyados en ciencia y tecnología, para privilegiar la innovación e impulsar el pensamiento creativo de los guanajuatenses. Ello incluye políticas públicas y estrategias para recuperar las tierras, cuidar del medio ambiente y hacer sustentables los recursos naturales, sin dejar de lado la necesaria rentabilidad de los productos del campo para que los campesinos y agricultores puedan acceder a una vida digna con el fruto de su trabajo, al tiempo que las zonas urbanas garantizan el acceso a una comida sana y de calidad…
Hay ejemplos, muchos, del uso de nuevas tecnologías para producir alimentos de mil maneras, desde el aprovechamiento de traspatios, macetas y azoteas, pasando por invernaderos y casa sombra, hasta agricultura vertical, acuaponía, permacultura, bosque de alimentos (o bosque comestible), silvicultura, agricultura orgánica o agricultura ecológica, entre otros… Ello nos lleva a la necesidad de hacer diagnósticos para determinar en cada región y/o parcela, cual es la vocación productiva y el mejor método de cultivo, es decir, que sembrar y que tecnología usar para producir de la mejor manera, aprovechar y cuidar de los recursos naturales para alimentar de forma sustentable y de mejor manera a nuestro pueblo al tiempo que hacemos más rentable el trabajo del campo.
R- Guau. Ahora bien, mi Santias, todo esto no tendrá sentido, si no construimos con procesos sociales y educativos una nueva sociedad rural cuya vocación (cosa que le es natural al ser humano, pero que hemos distorsionado) sea la ruralidad: ¡El Campo! Triste es ver como se abandonan tierras cambiando calidad de vida y relaciones familiares por dinero al migrar al norte o por la mediocridad de un trabajo subordinado en zonas urbanas, todo porque el trabajar la tierra requiere de mucho esfuerzo y si no se es un gran productor, simplemente no es rentable; la razón muchas veces es que, se tienen muchos riesgos, no hay accesos a la tecnología y no da para vivir bien; ello en adición a aspectos climáticos y lacras como los coyotes e intermediarios que lucran con trabajo ajeno sin aportar.
¿La solución?, en mi perruna opinión, está en la organización social apoyada institucionalmente con ciencia y tecnología, orientada a la producción sustentada en valores comunitarios de solidaridad y subsidiaridad que den pie al trabajo en equipo con políticas públicas que fomenten la gobernanza, entendida esta como el trabajo conjunto de los ciudadanos con sus gobiernos; lo que permitiría a los grupos organizados, acceder a los mercados directamente a través de procesos de producción, acopio y procesamiento, y distribución y comercialización.
S- En esta línea de pensamiento, mi Rufo, el 2022 será un año que marcará al campo y definirá el futuro de México en la definición de nuevas políticas públicas y estrategias de aprovechamiento y explotación de nuestros recursos en beneficio de las familias campesinas y de la población en general para garantizar el abasto en cantidad y calidad de alimentos sanos en cada comunidad, región, pueblo y ciudad; al tiempo que se reconstruyen las comunidades a través de la recuperación de valores comunitarios de convivencia sustentados en el desarrollo económico de familias y comunidades apoyados en un modelo de educación, capacitación y formación humana incluyente que tenga como eje el desarrollo del pensamiento creativo y del intelecto de las personas, como estrategia complementaria en la lucha contra la pobreza, la migración forzada y la inseguridad… ¡Así de sencillo!
Un saludo, una reflexión.
Santiago Heyser Beltrán
Escritor y soñador