Retos del cooperativismo

Los grandes retos del cooperativismo y de la organización social para el trabajo, no es solo el individualismo y el egoísmo, o bien, el hedonismo, la meritocracia o el narcisismo, es también un conjunto de acciones que requieren fortalecer los socios cooperativistas como las competencias y habilidades para la vida; el transitar de los valores líquidos a los valores solidos; entre otras muchas acciones.
En este sentido, regularmente siempre que inicio con mis reflexiones pido voltear a revisar el contexto, es un buen indicador de lo que vivimos, y lo que enfrentamos como sociedad; crisis medioambiental, social, subjetiva, ahora también del miedo; pero igualmente Estamos viviendo, en términos generales, una crisis de confianza, esta última, dio inicio con las grandes ideologías del siglo XVIII, ya nadie cree en ellas (socialismo, comunismo, capitalismo). Pero también hay una pérdida de confianza en las estructuras sociales, en los sindicatos, partidos políticos, en los políticos e incluso en el Estado mismo y muchos dirán incluso en los medios de comunicación.
Gilles Lipovetsky realiza un análisis detallado de la sociedad contemporánea, especialmente en relación con la moda, el consumo y la hipermodernidad. En su libro "La era del vacío", analiza la sociedad posmoderna, caracterizada por el narcisismo, el consumismo y la pérdida de valores tradicionales. Según él, vivimos en una época de individualismo extremo y apatía social, se perdió la comunalidad, se transitó al hiperconsumo.
En sus trabajos teóricos más recientes, Lipovetsky introduce el concepto de hipermodernidad, una etapa avanzada de la modernidad caracterizada por la aceleración del cambio, la globalización y la omnipresencia de la tecnología. En esta sociedad, el consumo y la búsqueda de experiencias se vuelven centrales; es en esta sociedad que, la superficialidad y la búsqueda de placer inmediato predominan. En esta sociedad, las relaciones y compromisos profundos son menos valorados.
Hay que decirlo, el modelo Neoliberal que vivimos trabaja sobre tres estructuras, una, la globalidad, es decir, construir una cultura genérica de consumo para el mundo, del hiperconsumo ; un modelo de mercado que nos hace hedonistas, narcisistas, meritocráticos, en busca del éxito y del placer; además de mantener un modelo patriarcal para el sometimiento y control de los cuerpos femeninos.
Por otro lado, Zygmunt Bauman, introdujo el concepto de "vida líquida" en su libro "Vida líquida"; este concepto se refiere a la manera en que vivimos en las sociedades contemporáneas, caracterizadas por la constante incertidumbre y la falta de estabilidad.
La vida líquida se define por la precariedad y la incertidumbre constantes, derivado a que las estructuras sociales y personales no mantienen una forma fija por mucho tiempo, lo que genera una sensación de inestabilidad.
Otro elementos adicional en la vida líquida, es que, los cambios son tan rápidos que la vida consiste en una serie de nuevos comienzos y finales incesantes, la inmediatez, lo efímero es lo que prevalece. La vida líquida promueve una cultura de conexiones rápidas y desechables, en lugar de vínculos profundos y duraderos. En concreto, debemos de transitar de una vida líquida a una vida sólida, o en otras palabras de consolidar los valores sólidos.
Otro elemento más que nos interpela es la tecnología y la libertad, y para ello, Byung-Chul Han, argumenta en su texto “La sociedad del cansancio” y otros, que la sociedad moderna está marcada por un exceso de positividad y autoexplotación, lo que lleva a enfermedades como la depresión y el síndrome de desgaste ocupacional, es decir, el modelo económico que vivimos nos ha llevado a no necesitar tener a otras personas para someternos o disciplinarnos, nosotros mismos lo hacemos para generar meritocracia y mantenernos vigentes en los procesos.
Han sostiene que la proliferación de lo igual y la hipercomunicación están destruyendo la diversidad y llevando a una sociedad de la depresión y la autodestrucción. El filósofo analiza cómo la pérdida de rituales y acciones simbólicas en la sociedad moderna ha llevado a una falta de cohesión social y sentido comunitario o de comunalidad.
La pregunta es importante, es decir, la realidad nos interpela, nos plantea qué hacer para atender un modelo que continúa haciéndonos egoístas, individualistas, meritocráticos, buscando el éxito individual, la riqueza, promoviendo valores líquidos, efímeros, la inmediatez en lugar de los valores sólidos y de comunalidad, de formación de sociedades cooperativas, donde el trabajo colaborativo sea uno de los ejes.
Tal vez una de las respuestas sea ir por la transmodernidad (Enrique Dussel), es decir la búsqueda de una nueva sociedad que evite el hiperconsumo y genere las condiciones para los valores, principios y virtudes sociales que ponderen la comunalidad a la que se refiere el antropólogo Jaime Martínez Luna; pero igualmente se requiere del método que ayude a transformar las masculinidades hegemónicas, a otras masculinidades que prevean un sistema de cuidados, es decir, hombre que acompañen a la crianza y cuidados de sus hijos, adultos mayores, personas con discapacidad, pero además que trabajen en las labores del hogar. Finalmente debemos de trabajar en la deconstrucción metacognitiva, aprender, desaprender, reaprender, o bien, como dice Boaventura de Sousa Santos, pensarnos, despensarnos para repensarnos.