Última llamada
Hoy más que nunca desperté con las ganas firmes de continuar, de seguir en este camino de la política y de la cultura, de prepararme, de escuchar a los expertos, de aceptar opiniones, de incidir de manera directa en las políticas públicas de mi estado y de mi país, no puedo dejar ahora por lo que he luchado siempre, no puedo dejar de escribir, de tocar la guitarra, de cantar, mucho menos abandonar la búsqueda diaria del bien común. Cuando me entero que cientos de investigadores, promotores, creadores y escritores, le solicitan a Mario Delgado -Presidente de la Junta de Coordinación Política de la LXIV Legislatura de la Cámara de Diputados-, rectifique su decisión por la designación del actual Presidente de la Comisión de Cultura y Cinematografía, es cuando más ganas me dan de seguir.
Como sociedad es indispensable no permitir que el rezago cultural siga truncando el desarrollo de nuestra Nación. Y es que, resulta interesante que a nuestros legisladores les importe más quién se queda con la Comisión de Presupuesto, Hacienda, Seguridad Pública, Educación, Salud, Relaciones Exteriores, sólo por mencionar las “más importantes” para ellos, que dedicarse a la creación y modificación de leyes.
Hoy nos podemos burlar de quien preside la comisión de cultura en la cámara baja pero; ¿Quién se burla de México por estas decisiones?, independientemente de quien sea el presidente de esta comisión, deberá anteponer los intereses culturales del pueblo por encima de cualquier otro. Considero que no es mucho pedir apegarse al artículo 4° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que en su penúltimo párrafo y a la letra dice: “Toda persona tiene derecho al acceso a la cultura y al disfrute de los bienes y servicios que presta el Estado en la materia, así como el ejercicio de sus derechos culturales. El Estado promoverá los medios para la difusión y desarrollo de la cultura, atendiendo a la diversidad cultural en todas sus manifestaciones y expresiones con pleno respeto a la libertad creativa. La ley establecerá los mecanismos para el acceso y participación a cualquier manifestación cultural”, tendríamos un país con valores firmes.
Es menester no solamente de los que pertenecemos al gremio cultural, sino de todos los ciudadanos saber que el Congreso de la Unión cuenta con 56 comisiones ordinarias y 44 especiales, muchas de ellas duplican sus funciones y crecieron de forma exponencial, a estas se les destinan anualmente 16 millones de pesos para su “funcionamiento”. Cada fracción partidista se pelea y negocia con sus opositores las presidencias de dichas comisiones, con los firmes propósitos de dar voz pero a su vez quitar la palabra, proponer y tener el control de la agenda, frenar proyectos de leyes y reformas, obviamente en momentos políticos medulares como forma de presión. ¿En qué momento el Congreso de la Unión dejó de lado el objetivo fundamental de las comisiones? No todo es dictaminar pero en caso de que hayan olvidado la esencia y el camino, con mucho gusto les recuerdo lo que tienen que hacer; elaborar su programa anual de trabajo, rendir un informe semestral de sus actividades, organizar y elaborar un archivo de todos los asuntos que les sean turnados para entregárselo a la siguiente legislatura, sesionar por lo menos una vez al mes, resolver los asuntos que la mesa directiva les turne, analizar y auditar el funcionamiento del Poder Ejecutivo, elaborar dictámenes, opiniones, informes, resoluciones, y tener un control evaluatorio eficiente, todo esto para que la Cámara cumpla con sus atribuciones constitucionales y legales. Las comisiones son repartidas de acuerdo al número de diputados que representan sus bancadas, entre más legisladores tengan dentro de San Lázaro, mayor es el número de comisiones que podrán encabezar. No se ustedes pero yo si sueño un país con representantes dignos, si estudiaron leyes que las deroguen, abroguen o apliquen, si estudiaron contabilidad que verifiquen el origen y destino del recurso público, si se prepararon para ser diputados que sean nuestra voz y si estudiaron actuación o baile que lo ejecuten en los escenarios destinados para ello.