Los valores en Cuanajillo.

Gerardo A. Herrera Perez

La dinámica social y su interacción  con el  mercado y los medios de comunicación que los seducen, han conformado una importante estructura social sostenida bajo el enfoque hedonista, narcisista, en busca del éxito y la tecnología, formando a individuos, o bien a personas con valores individuales, el primero yo, después yo, al último yo; es decir, los valores comunales pasaron a segundo término.

De esta manera tenemos un importante cambio en los esquemas de valores sociales, migraron los valores comunales en la mayoría de los casos, sobre todo de personas jóvenes a valores individuales. Lo vemos en la escuela, todo los útiles que utilizan los educandos pertenece a alguien, y el que un tercero pueda tomar un objeto sin el permiso del dueño genera violencia, acusaciones a las autoridades y en ocasiones incluso entre los padres de aquellos niños, niñas o adolescentes.

La manera en cómo vivimos en una sociedad de consumo, de hiperconsumo en estos tiempos, ha generado desajustes tanto en los sistemas de valores, como en el comportamiento, así como en las formas de pensar de las personas.

Los niños y niñas a través de imitar las conductas de sus padres y grupo primario o relacional construyen su forma de ser, pensar, actuar, interactuar y expresarse; reitero  lo hacen a partir de los aportes que hacen los adultos y de la diversidad de espacios en los que interactúan en el crecimiento de la niñez perfilando de esta manera lo que años posteriores les abrevara para el desarrollo de los valores.

Por ello, se requiere de seguir avanzando en impulsar a través de las dos instituciones más fuertes que tiene el Estado mexicano la familia y la escuela, una educación que forme e informe, que le ayude a la niñez a potenciar su plenitud de persona, que sea capaz de vivir en sociedad, en una sociedad en la que tendrá que defender sus derechos humanos, pero a la vez comprender la importancia de atender sus responsabilidades o sus obligaciones, sobre todo pensando que sus derechos terminan donde comienzan los derechos de su par, del otro, de la otredad.

Los primeros años de vida y convivencia de la niñez, es la plataforma de su conocimiento, ahí descubren el mundo que lo rodea, lo que cercano a ellos está ahí, su realidad y es en ese momento cuando se generan los entramados de sus actitudes y los valores se irán consolidando, son también los momentos en los que se lleva a cabo ese conocer y ese acto del afecto, del cariño, que serán sus mecanismos para interactuar con el entorno y con la sociedad, y con ello viene la identidad, quién soy?, y el desarrollo de la autoestima, es decir el me quiero!.  

De esta manera la educación inicial o el preescolar, es después de la familia, quien asume la responsabilidad de desarrollar el aprendizaje de conducta prosociales, es decir cuando se pretende voluntariamente beneficiar a otros para compartir, ayudar, consolar o bien simplemente proteger; de esta manera aún muy pequeños  los niños pueden discriminar las actitudes positivas o negativas, presentando de esta manera conductas prosociales.

Hace unos días tuve la oportunidad de estar en Cuanajillo y en Tacicuaro, ambos espacios de la comuna de Morelia, zonas rurales, que interactúan permanentemente con una sociedad de consumo concentrada en la ciudad de Morelia.

Cuanajillo aún guarda ese sabor a rural, ese sabor a campo; esa dinámica social del saludo, del respeto a los adultos mayores, a los profesores y al señor cura. Tuve la oportunidad de estar en la escuela primaria Miguel Hidalgo, un espacio limpio, donde se respira el respeto, donde los docentes están atentos al desarrollo de sus educandos, donde cada aula construye sobre un discurso de igualdad, libertad en su toma de decisiones, respeto a la dignidad e impulso de los valores sociales, con el más amplio ejemplo de los docentes.

En Cuanajillo, existe esa mancuerna entre el constructo de la diversidad de familias que existen y su proyecto escolar, es decir,  la escuela primaria Miguel Hidalgo, un centro escolar de tiempo completo, coadyuva a la construcción de un sistema de valores en la comunidad rural en permanente comunicación con los padres de familia.

La curricula académica no cuenta con una pedagogía de la enseñanza de los valores, por lo que el docente debe acompañar el proceso de enseñanza con su experiencia y comportamiento, congruencia y generador de actos de respeto. El docente debe tener conciencia de sus valores para que pueda ser capaz de desarrollarlos en sus alumnos atreves de su práctica académica. Al tener que construir una pedagogía para el fortalecimiento del sistema de los valores requiere de mantener la cercanía con el entorno familiar de la niñez que educa. También el docente habrá de impulsar con su experiencia compartir las evidencias conductuales entre los niños que resalten los valores de colaboración, cooperación, respeto, amor, cariño, comprensión.

Justamente es eso, el respeto que se respira en la escuela, lo que me puede llamar la atención, los niños tienen una escucha asertiva, mantienen un dialogo  sin arrebatar la palabra y si pidiendo su participación como mecanismo de reconocer su identidad y desde luego su autoestima al participar.

Desconozco las dinámicas sociales de las familias, no conocí insitu ninguna de ellas para poder evaluar estos procesos de fortalecimiento del sistema de valores, lo que si me queda claro es la función educativa que la familia cumple de manera innata en la formación del niño y la niña y por la cual el docente  debe reconocer para que, de manera conjunta, se direccionen estrategias que promuevan el desarrollo de valores, partiendo de las experiencias que se van adquiriendo a través del contacto con el ambiente natural y social en el cual se desenvuelve la niñez.

Es evidente que lo que se vive en la escuela Miguel Hidalgo forma parte de un importante entramado de respeto y lucha por un mejor mañana para los niños y las niñas de aquella población rural; y es que entre la escuela y la familia se genera la  comunicación y una relación intensa para un conocimiento mutuo del trabajo que se realiza, de esta forma, podemos hablar de la  coherencia en el educar.

Me complace poder expresar que vi en aquella comunidad de Cuanajillo, la tolerancia que existe en el reconocimiento de las diferencias, porque todos y todas tienen los mismos derechos; la solidaridad, implica que te puedes adherir a los propósitos del otro, es decir en esa relación en donde participan todos con el mismo interés común. La justicia, el trabajo conjunto, un modelo que impulsa hacer a cada quien lo que le toca con una sola misión, la formación en el proyecto de interés superior de la niñez.

Para lograr estas acciones se requiere de la existencia de liderazgo, de proyecto, energía y hay conducción de la escuela mexicana, y es que ahí vi la  generación de un clima de confianza y respeto mutuo entre los docentes y alumnos, y se logra a través del diálogo abierto y de un proceso de comunicación amplio que garantice espacios para la reflexión y el debate de las ideas.

En cada uno de los salones pude encontrar que se trabaja en clarificar los valores, en la resolución de conflictos, en la elaboración de mapas conceptuales, la discusión de dilemas, la narración de cuentos, trabajo cooperativo, diálogos con discusión, tren de la felicidad, análisis crítico de la realidad, es decir, cuando existe una realidad de lo posible en un mar de crisis. Gracias Esther Becerra, gracias estimado Mauricio Cuadra generador de alegría y convivencia deportiva, gracias a los generosos y entusiastas docentes que permiten construir un dialogo permanente para fortalecer el sistema de valores.