LIBRE EXPRESIÓN…

¿Hay estrategia?

“Si el crimen y los delitos crecen, es evidencia que la miseria va en aumento y que la sociedad está mal gobernada”. Napoleón Bonaparte (1769-1821) Emperador francés.

Mientras la clase política nacional, estatal y municipal se deshace en discursos, argumentos, explicaciones, justificaciones y reparto de culpas, la abrumadora realidad se hace presente y pone en evidencia el fracaso de la estrategia de seguridad, si es que acaso hay una estrategia.

Y es que pese a los acontecimientos de Michoacán y Guerrero, los más graves de los últimos días pero no los únicos, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, insiste en que no aplicará violencia para contener la violencia y enfatiza que “abrazos y no balazos”.

Su Nuevo Paradigma en el Plan Nacional de Paz y Seguridad 2018-2024, destaca que “no se utiliza la fuerza pública para reprimir”, así que harán “uso de la inteligencia sobre el uso de la fuerza para combatir al crimen organizado”.

El enorme problema es que no se aprecian resultados favorables contundentes. De la Guardia Nacional se percibe que está ocupada, pero en la detención de inmigrantes en la frontera sur, tal como lo pidió Donald Trump.

No es posible que ante semejante realidad, las autoridades federales salgan a presumir que la percepción de seguridad bajó de 79.4 en 2018 a 78.9 en el presente año, según la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública del INEGI 2019.

Los acontecimientos de los últimos días tendrían que obligar a las autoridades federales a replantear la estrategia y procurar la debida coordinación con estados y municipios, independientemente del color partidista y la búsqueda electorera.

Los gobernantes deben hablar menos y hacer más. No alcanzan los discursos para remediar semejante problema de inseguridad, mucho menos repartir culpas o peor aún, insistir en frases domingueras y hasta burlonas. López Obrador ya debería tener claro que el fuchi, guácala y las amenazas a los delincuentes de acusarlos con su mamá y abuelitas, no han dado resultados.

El tema es realmente complicado y así debe tratarse. En el caso de Michoacán, está claro que el gobierno que encabeza Silvano Aureoles y la mayoría de los municipios, están rebasados. No hay capacidad ni siquiera para evitar el secuestro de personas y vehículos por presuntos estudiantes normalistas, tampoco para aplicarles el Estado de Derecho; así que ya ni hablar de las ejecuciones violentas, que además deben ser atendidas por el poder federal.

Urge que la Seguridad salga de los asuntos políticos y electoreros, de las venganzas personales y/o partidistas, no puede usarse con la mezquindad de proyectarlo al 2021. El problema es tan grave que al 31 agosto de 2019 ya suman más de 23 mil homicidios dolosos, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública; es decir, un promedio de 2 mil 875 al mes y  95 por día.

Está claro que se trata de un año gravísimo y que podría superar al 2018, que registró casi 34 mil homicidios dolosos y que está considerado el más violento del que se tenga registro, según el INEGI.

Insisto, ante semejante realidad, los políticos en el poder tendrían que olvidarse de sus asuntos partidistas y personales para intentar solucionar un problema que evidentemente los tiene rebasados.

De seguir como hasta ahora, los únicos que seguirán festejando por la ineficacia gubernamental y la ausencia del Estado de Derecho, serán los delincuentes.

Con la esperanza de que haya una próxima vez… me despido, gracias.