En su más reciente informe, la Sociedad Interamericana de Prensa SIP, muestra preocupación por el deterioro, en México, de libertades básicas, como la de expresión y por el riesgo que significa el desempeño del periodismo.


La prensa mexicana, dice la SIP, vive uno de los peores momentos en el último medio siglo a causa de la ola incontenible de periodistas muertos –ante el desinterés gubernamental–, en tanto que señala como preocupante que el nuevo gobierno y su presidente, López Obrador, insulten cotidianamente a los medios y los periodistas.


Pero resulta peor el panorama de los medios y el riesgo que corren los periodistas si tomamos en cuenta que los mexicanos vivimos el regreso de algunas de las peores prácticas mediáticas por parte del gobierno de AMLO. ¿Las peores prácticas?


En efecto, están de vuelta la censura abierta, ordenada desde el poder y las elecciones de Estado, en su faceta mediática. ¿Lo dudan?


El primer caso, el de la censura oficial, lo pudimos probar luego que el presidente cometido uno de los mayores tropiezos discursivos de sus cada vez más costosas mañaneras.


Como muchos saben, el presidente comparó a los ciudadanos pobres y desposeídos con “mascotas” y “animalitos”, a los que el gobierno debe cuidar y alimentar –y hasta conducir por el buen camino–, ya que son incapaces de salir a buscar el sustento.


Y como era de esperarse el tropiezo verbal y la convicción personalísima del presidente –de comparar a los pobres con mascotas y animales que deben ser alimentados–, se volvió tendencia en redes.


Sin embargo, al mejor estilo de viejo PRI, de inmediato aparecieron los infaltables salvavidas; los otrora expertos en “control de daños”.
Y es que desde la casa presidencial –desde Palacio Nacional–, se puso en marcha lo más parecido a la “operación borrador”, que consiste en convencer a los amigos, aliados e incondicionales de los medios para que –luego de apretar tuercas y tirar línea–, hicieran el milagro de la desaparición de los dislates presidenciales.


Y se hizo el milagro; el video y las noticias sobre la fea comparación de los pobres con mascotas desaparecieron de informativos, noticieros, artículos y opiniones de no pocos medios. Y, claro, tampoco fue tema para interrogar al presidente en “las mañaneras”. El asunto fue reducido a chascarrillo.


Lo más grave, sin embargo, es que no pocos medios –sobre todo los
electrónicos–, se prestan a la censura dictada desde el gobierno de Obrador, en tanto los mismos medios muestran una clara complicidad en otra de las taras que están de vuelta en la democracia mexicana y en el nuevo gobierno.


¿Y cuál es esa tara? Poca cosa, se llama “elecciones de Estado”.
Y es que los mismos voceros que pidieron borrar del espectro mediático la fea comparación de los pobres con mascotas, pactaron con esos medios el llamado “Tour de Prensa” para Miguel Barbosa, el impresentable candidato de Morena y del presidente Obrador a las elecciones extraordinarias de Puebla.


Resulta que sin pudor alguno, sin siquiera disimular que se trató de una campaña de medios organizada desde el gobierno, el candidato Barbosa recorrió casi todos los medios nacionales –de televisión y radio–, como si la elección poblana fuera prioridad de Estado.


Todo ello mientras que en la “mañanera” de ayer lunes, el presidente Obrador negó meter las manos en las decisiones del partido Morena.


Lo cierto es que –por lo menos en lo que hace a la manipulación de ciertos medios a favor del candidato de Morena al gobierno de Puebla–, la elección poblana arrancó con signos claros de ser una elección de Estado; una elección en donde se presiona, se chantajea o se usa a los medios para el beneficio mediático de un candidato consentido del presidente.


Pero de nueva cuenta el problema no sólo es de abuso del poder –del presidente que dijo que sería diferente pero que es igual de autoritario y represor que Díaz Ordaz, Echeverría y López Portillo–, sino de complacencia de los medios sometidos con la zanahoria del dinero público.
Y tiene razón la SIP, vivimos los peores tiempos para la prensa los medios y los periodistas.


Al tiempo.