Cárceles vacías: retos del Sistema Penal Mexicano
“Estudiar civismo ¡Urge!”
Uruapan, Michoacán, 24 de septiembre del 2018
Hace un par de semana mi cuate Gerardo Alcalá, me recordó un libro que le había sugerido: “El Manual del Ciudadano Contemporáneo” de Ikram Antaki.
“El Manual del Ciudadano Contemporáneo” de Ikram Antaki, de Editorial Planeta, es, en mi opinión, el mejor libro de civismo que he leído y debería ser lectura obligada de quienes son o aspiran a ser servidores públicos, sobre todo de delegados, subsecretarios o directores de área para arriba, tanto en gobiernos municipales como estatales o en el mismito gobierno federal.
Cito a Ikram: “Para vivir juntos necesitamos principios políticos más o menos compartidos: esto se logró bajo la figura del Estado-Nación. La eficacia de los estados nacionales ha perdido hoy su visibilidad, por causa de la mundialización (globalización), y los fenómenos de retracción identitaria se multiplican como reacción contra ésta. El estado moderno se define a partir de la presencia de una administración; así que no ataquemos tanto a las burocracias: no hay Estado sin burocracia.”
“…La existencia de partidos políticos y de elecciones no es suficiente para caracterizar una democracia. Hay países que poseen una importante población campesina que no puede adoptar ni aplicar una democracia de estilo occidental avanzado. Hoy, el principio democrático se está desencadenando hasta querer regentearlo todo. En la democracia, el pueblo no siempre tiene la razón, pero tampoco se puede tener la razón solo contra el pueblo. El arte de argumentar se adquiere, es la mejor escuela de democracia. Nuestro problema es que no argumentamos, estamos parados en los suburbios de la inteligencia. Frente a la indigencia del pensamiento en nuestro país, solo presentamos desnudez y miseria. ¿Acaso la lógica es conciliable con la política? Quizá no hay hombres de Estado entre nosotros, quizá solo hay pequeñas personas con pequeños cálculos a su altura, actores que no logran salir de sus papeles secundarios…”
Insisto este tratado de civismo y ciudadanía deberíamos leerlo todos los mexicanos, pero de manera obligada quienes gobiernan o aspiran a gobernar y quienes ya nos representan en el Congreso. De lo expresado, llama mi atención la frase: “…Frente a la indigencia del pensamiento en nuestro país, solo presentamos desnudez y miseria.” Viene a mi mente la estridencia desatada entre comentócratas, supuestos analistas políticos y comunicadores porque AMLO se quedó varado en un vuelo comercial por 4 horas. La mayoría cuestiona el sentido común de arriesgar la pérdida de tiempo del “Presidente”, cuyo tiempo está al servicio de la nación y por lo tanto es muy valioso. Jorge Castañeda se atrevió a señalar que al pagarle al Presidente con sus impuestos, AMLO perdía tiempo de Jorge, ya que estaba contratado como servidor público. El punto y ahí mi reflexión sobre la “indigencia de pensamiento”, es que si el vuelo no se realizó por mal tiempo, pues el avión presidencial tampoco hubiera volado, por lo que toda crítica o señalamiento es estridencia de personas vacías del cerebro, algunas por falta de capacidad de raciocinio, otras por “güeva” para pensar y muchas por mala leche; cuando menos en este caso; y ahí está el quid y el problema, una nación que se debate en el dilema de más de cincuenta millones de pobres, más de veinte sin la posibilidad de comer tres veces al día, se pierde en la incapacidad de raciocinio o por intenciones sesgadas de quienes buscan opinar a lo pendejo o simplemente dinamitar el gobierno que elegimos la mayoría de los mexicanos, hayamos o no votado por AMLO.
Es por los descrito que me parece un asunto serio y urgente volver a enseñar civismo en nuestras escuelas, porque una posibilidad futura para que México salga del hoyo en el que estamos metidos, es formar líderes y ciudadanos responsables y nacionalistas que reconozcan y respeten a los gobernantes elegidos aunque no sean santos de su devoción, ciudadanos que sean pensantes y actuantes y que antepongan el interés nacional al beneficio personal de partido o de grupo; lo que es imposible si privilegiamos capacitar para ofertar mano de obra barata a los capitales nacionales y extranjeros o votamos por políticos cuyo interés es ajeno a la República, porque simplemente no entienden que es o no les importa.
Urge revertir nuestra realidad, ya descrita por Ikram: “Quizá no hay hombres de Estado entre nosotros, quizá solo hay pequeñas personas con pequeños cálculos a su altura, actores que no logran salir de sus papeles secundarios…” y trabajar para formar a nuestros líderes del futuro para que estos sean verdaderos hombres de Estado y auténticos patriotas, no simples vividores de la política y del presupuesto, como hoy desgraciadamente sucede… ¡Así de sencillo!
Un saludo, una reflexión.