La opción
IGLESIA-AMLO: ENCONTRONAZO
Todas las voces de personas conocedoras de la política, no de escritorio, sino de política real, coinciden en que el presidente López Obrador no saldrá bien librado de este nuevo encontronazo con los representantes de la Iglesia Católica. Se topo con pared, dicen.
Una sentencia más clara y contundente aclara que si hay una institución en el mundo que sabe hacer política, es la Iglesia Católica. No en balde tiene algo así como 2 mil años de experiencia. Hacer política, política dura, no juegos de artificios, ni simulaciones o demagogia, es realmente lo suyo.
La mañana del jueves el presidente rebasó esa delgada e invisible línea divisoria entre la política y la prudencia, entre el posicionamiento público de gobierno y la ruptura, cuando calificó de hipócritas a los representantes de la Iglesia Católica. En días anteriores había sugerido que había connivencia entre la iglesia y narcos, generalizando la situación.
El señalamiento lo hizo López Obrador como respuesta a los señalamientos que hicieron Ios representantes de la congregación de los jesuitas, el sábado pasado, cuando dieron sepultura a los dos clérigos que fueron asesinados por narcotraficantes en una iglesia ubicada en la Sierra Tarahumara, Javier Campos y Jesús Mora.
Los representantes de los jesuitas pidieron justicia y cuestionaron la política de “abrazos, no balazos”, impuesta por el gobierno de la 4T como mecanismo de atención y contención de la delincuencia y la criminalidad que azota al país entero.
También, en su mensaje durante el sepelio de los clérigos asesinados por la gente del narcotraficante identificado como José Noriel Portillo, alias “El Chueco”, los jesuitas pidieron que de parte del gobierno haya una verdadera estrategia de combate a la delincuencia y criminalidad.
Esto fue lo que enfureció al presidente López Obrador, quien en la conferencia mañanera del jueves fue duro al cuestionar el por qué la iglesia no hizo lo mismo, es decir criticar y alzar la voz, con el gobierno de Felipe Calderón, para exigirle que se combatiera al crimen organizado y a la delincuencia.
Lo que omite el presidente es que no solo la iglesia católica, incluidos los jesuitas, sino la sociedad en general lleva décadas solicitando respuestas efectivas para que el país no se siga desangrando en medio de masacres, balaceras y asesinatos por parte de la delincuencia organizada.
Sin embargo, este enfrentamiento no queda solo en críticas, sino que ha llevado a los más altos jerarcas de la iglesia católica de México a exigir al gobierno de la 4T, al presidente mismo, que cambie la estrategia porque el país no puede seguir estando bajo control del crimen organizado y mucho menos la población puede vivir en la zozobra cotidiana de perder la vida a manos de esos grupos criminales que día a día se hacen del control territorial del país.
El mensaje de abrazos es un mensaje de impunidad dijo el Cardenal Robles Ortega, en lo que ha sido el posicionamiento más contundente en contra de la estrategia de la 4T de “abrazos, no balazos”.
No se trata de un nuevo capítulo de una histórica confrontación, sino un punto de quiebre den una relación en la que el presidente y su gobierno tienen más que perder que ganar.
Hasta ahora el alto clero y la iglesia católica en sí, toda su estructura diseminada por todo el país permanecía distante del gobierno, no actuaba ni para bien, ni para mal, pero ahora, al haberlos ubicados como cómplices, hipócritas incluso beneficiarios de esa relación con criminales y narcos, abre el camino a la ruptura y a que la iglesia misma asuma un rol determinante en el diseño y construcción del futuro inmediato del país.
Y la iglesia, decíamos, no es la única que alza la voz ante la incompetencia de autoridades que no logran frenar a la delincuencia organizada, sino que voces propias de Morena, como el senador Ricardo Monreal Ávila, precandidato presidencial en la elección del 2024, ha anunciado que comenzará un análisis de la estrategia anti-delincuencia, ante los nulos resultados.
Parece una simple declaración, pero en el fondo se trata de una acción que ha hecho un hueco en el punto de flotación en el que el barco de la 4T.
El presidente, sobre todo, está extraviado frente a este grave problema de la inseguridad que permea por todo el país y que hace el tema ocupe los primeros lugares de preocupación de la población en general.
Sus declaraciones en contra de la iglesia católica, de quien dijo permanecían “apergollados” con los delincuentes, o el calificativo de hipócritas, dibuja a un presidente fuera de sí, sin brújula.