Política gourmet
En el momento más crítico de la administración de Enrique Peña Nieto por el descrédito internacional y cuando el caso de los normalistas asesinados en Iguala y el de los muertos de Ayotzinapa es censurado por organismos internacionales y la Unión Europea; y en lo interno por el alza en el número de secuestros y extorsiones, la falta de empleo, el encarecimiento de la vida de la mayoría de los mexicanos y el descontento popular reflejado en el movimiento de los estudiantes del Politécnico, recibimos la noticia que el Ejecutivo Federal estrenará en breve un avión que nos costará a los mexicanos más de 8 mil 500 millones de pesos.
El Boeing 787-8 Deamliner está considerado el avión más caro y más lujoso del Mundo, tiene capacidad para 250 pasajeros, posé área de trabajo, despacho y área de descanso y está listo para usarse a partir del año próximo. Por su elevado costo, se prevé un esquema de financiamiento de 15 años.
Éste “palacio volante” es único en su tipo y ningún presidente de otro país tiene uno semejante, bueno ni el Presidente estadunidense Barack Obama. Según los expertos, con el costo de ésta aeronave se podrían construir 8 hospitales para atender unas 250 mil personas. En otros términos, por ejemplo, su costo representa una quinta parte del presupuesto anual de la UNAM que asciende a poco más de 35 mil 584 millones de pesos.
Hay que aclarar que no fue el Presidente Enrique Peña quien inició el trámite de su compra, fue el expresidente Felipe Calderón en el año 2012 quien tomó la decisión a través del entonces titular de Hacienda, José Antonio Meade, actual secretario de Relaciones Exteriores.
Los mexicanos no estamos para esos lujos, menos en éstos momentos tan álgidos de la vida nacional; esperamos que el Presidente Peña tome la determinación de cancelar su compra para que los recursos destinados al “superavión” se apliquen en obras que beneficien a los mexicanos.
Porque como dice el refrán: “el horno no está pa bollos”.