Contribuciones para desarrollo con bienestar
Estimados lectores, si pudieran pedir un deseo para el sistema educativo michoacano, ¿cuál sería?
Es perentorio que en el tema educativo, por encima de lo enormemente complejo que resulta ser, los michoacanos nos pongamos de acuerdo en la definición de prioridades. De todos los esfuerzos recientes por lograr que suceda la transformación educativa en la entidad, destaco al Acuerdo por Michoacán, que precisamente tiene por objetivo lograr definir el mínimo común multiplicador de las acciones del gobierno, de la sociedad civil y sector productivo en la entidad. En el marco del acuerdo, se han desarrollado varias reuniones en donde el principal reto es ponernos de acuerdo respecto a la jerarquía que deben de llevar las propuestas.
Por ejemplo, se considera que hay que trabajar sobre lograr que haya mejores alumnos en las aulas, que tengan hambre y espaciosidad por aprender, que realicen sus tareas y porten su uniforme, que arriben con puntualidad e higiene a los centros educativos, pero que a la par lleguen descansados, desayunados, libres de la influencia de la violencia, de problemas familiares y de contenidos de baja ralea.
También mucho se habla de lograr que tengamos mejores maestros, que estén capacitados, que tengan vocación docente y una profunda identidad con sus alumnos, que vivencien la trascendencia de su labor y que se actualicen constantemente, brindando servicios educativos a la vez que enorme ejemplaridad en sus senderos biográficos.
Es asimismo imperante que exista una mejor sociedad civil y por ende, padres de familia que participen activamente educando a sus hijos, que no esperen inertemente cómoda el llamado de un prócer vasconceliano que nos convoque a la revolución educativa, sino que se arremanguen y ponga manos a la obra en cuanto a procurar mejorar los procesos educativos con todas sus fuerzas y recursos. Es evidente que quienes aspiran a que con un solo llamado el pueblo se ocupe del sistema educativo están sobre estimando la capacidad de organización y movilización que ha mostrado históricamente el pueblo michoacano. Más que nunca es tiempo de brindar los argumentos que graviten en el aspecto cognoscitivo que requiere todo cambio actitudinal.
Contar con más transparencia y eficiencia gubernamental sería esencial, con la aplicación de la normatividad, con el seguimiento cabal al cruce de nóminas, con la disposición del padrón estatal de trabajadores de la educación con la mayor especificidad posible.
Urgen mejores planes y programas de estudio, que prioricen el deporte, la cultura, la ciencia, la educación especial, a la detección y seguimiento de niños con aptitudes sobresalientes y talentos, así como a las personas con discapacidades, que reenfoquen su objetivo hacia la educación para adultos que incongruentemente no ha sido debidamente robustecida para hacer frente a los grandes rezagos en la materia que existen en nuestra entidad.
Es inaplazable mayor inversión a ciencia, tecnología e innovación, equiparando el gasto que realizan los países punteros de la OCDE al respecto, así como promoviendo la construcción de infraestructura y de programas de difusión de la ciencia y tecnología en la entidad.
Es esencial superar nuestros rezagos en materia de infraestructura y equipamiento, en donde se sabe que el adeudo social asciende a 22 mil 405 obras por realizarse que costarían 13 mil 800 millones de pesos, pero que generarían una enorme diferencia respecto a las condiciones para los docentes y alumnos de la entidad, ya que contaríamos con mejores escuelas, con horarios flexibles, ampliados y dignos que no hagan sentir miserables a los estudiantes y docentes.
Asimismo, es tiempo de ya abatir el rezago educativo, en materia de analfabetismo se han realizado anuncios, se han propuesto programas y escrito centenares de discursos, incluso secundados por banderas sospechosamente blancas, pero hasta la fecha, nadie en Michoacán puede sostener que este infamante flagelo haya desaparecido de nuestro territorio. Todo lo contrario, sigue pendiente el enorme reto que planteó el resultado del Censo Nacional de Población y Vivienda de INEGI en 2010, que identificó a 305 mil 178 analfabetas existiendo sobre nuestro territorio. ¿Qué ha hecho al respecto la autoridad? ¿Qué hemos hecho los ciudadanos por enseñar a leer y escribir a nuestros hermanos menos favorecidos? Es trascendental combatir la desigualdad en el acceso a la educación y universalizarlo para que sea ésta verdaderamente la proveedora de motricidad social en nuestra entidad.
Asimismo, sería menester lograr tener mejores funcionarios, un mejor marco normativo, diagnósticos más precisos, mejores sindicatos y líderes más justos, una clase empresarial más vinculada con el sector académico y muchos otros retos más.
El caso es avanzar conjuntamente, para que simultáneamente que se logre desarrollo educativo, los motivos más legítimos de inconformidad social se truequen en factores de orgullo, paz y progreso para los estudiantes michoacano, superando la dicotomía entre las mesas de negociación educativa y de gobernabilidad. Superemos ese falso debate y no caigamos en el juego de quienes desean preservar los rezagos atávicos para seguir medrando políticamente con ello.
Pero no nos quedemos impávidos ante la urgencia. De eso se trata precisamente, de una emergencia educativa que en su doble acepción nos impele a actuar a la brevedad, pero al mismo tiempo nos corresponsabiliza a que las acciones surjan desde la base popular.
En caso de que no se atienda con urgencia y destinando recursos extraordinarios al tema educativo, la mesa respectiva del Acuerdo por Michoacán será simplemente de pronóstico y propósito reservado.
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