Teléfono rojo
La Legislatura 72 está por dar comienzo el próximo 1 de septiembre y el primer reto que tendrán las diputadas y diputados de todos los partidos será sacar adelante el Presupuesto de Egresos de la Federación 2016. Dicho reto no será menor ya que, ante el panorama adverso que atraviesa tanto la economía como las finanzas públicas de nuestro país, se requerirá encontrar una fórmula presupuestaria que a la vez de que no genere más desequilibrios fiscales de los que tenemos en este momento, permita convertirse en una herramienta de desarrollo y crecimiento económico para el país. Hasta aquí, la idea parece razonable. Sin embargo, a decir verdad, muy lejana para poder cristalizarse en la realidad. ¿Por qué?
Comienza a circular la idea de que para 2016 debe aplicarse el concepto de “presupuesto base cero” en conjunto con una reducción en el gasto público. El llamado presupuesto base cero consiste en romper la inercia del gasto en las dependencias públicas a partir de la priorización, evaluación e impacto de cada uno de sus programas presupuestales. Este tipo de presupuestación significa un cambio en el paradigma presupuestario de nuestro país, sin embargo, requiere de condiciones previas que sin ellas, es muy complicado, casi imposible, implementarlo por lo que hay alto riesgo de que se convierta en una simulación y en vez de que exista un proceso técnico de priorización del gasto público, éste se convierta en proceso político designado por la dependencia encargada de la distribución de los recursos públicos, es decir la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Asimismo, en el marco del llamado presupuesto base cero existe otros temas que llaman la atención y que aún no se explica como se van a resolver. Por una parte, el tema de los recursos etiquetados, ese tipo de recursos se distribuyen inercialmente año con año para realizar acciones de gobierno particularmente en diversas materias sociales como la educación, la infraestructura y la salud en municipios y entidades federativas. Por otra parte, el cambio en el paradigma presupuestario de nuestro país, debe venir acompañado de acciones concretas que promuevan la transparencia y la rendición de cuentas en todos los niveles de gobierno con respecto al ejercicio de los recursos públicos, tema del que no se ha hablado en las últimas semanas por parte de quienes tendrán la responsabilidad política de diseñar el Presupuesto de Egresos 2016.
Decimos que será muy complicado mantener un equilibrio entre los dos principales objetivos del Presupuesto 2016: no comprometer más las finanzas públicas nacionales por la vía de la deuda y hacer que la ejecución del gasto público detone bienestar y crecimiento económico. Si a esto le sumamos el tema del recorte presupuestal, lo que se prevé que suceda en 2016 es un gasto público que avanzará de manera lenta, debido al esquema de presupuesto base cero, además de que será insuficiente, debido al recorte que ya ha sido anunciado. Así las cosas, se espera un 2016 muy difícil para la economía nacional y, sobretodo, para la economía de las familias mexicanas.