Política gourmet
Punto de partida…
“Hasta que quienes ocupan puestos de responsabilidad no acepten cuestionarse con valentía su modo de administrar el poder y de procurar el bienestar de sus pueblos, será difícil imaginar que se pueda progresar verdaderamente hacia la paz”… Juan Pablo II. (1920 – 2005). Papa de la Iglesia Católica.
Las crisis en las que está inmerso Michoacán se mantienen entre los temas que roban planas a nivel nacional, tanto en el ámbito de la noticia como en el del análisis, donde el saldo cotidiano es negativo, frustrante y la mayoría de las veces, sin soluciones concretas a la vista.
Michoacán parece situarse como el ejemplo nacional ante la deficiente aplicación de justicia, los altos niveles de corrupción, la complicidad partidista y de los sujetos en el poder para impedir a como dé lugar, la rendición de cuentas y la transparencia.
Miles de páginas se han escrito desde muy diversos sectores sobre todas estas situaciones y parece que a nadie le ha resultado importante. Inmersos en la dinámica de lograr el poder por el poder mismo, políticos de todos los colores, pero lamentablemente también varios sectores de la sociedad civil, son corresponsables de las crisis que se padecen.
Hoy voces de todos los sectores advierten que el crimen organizado, así como la corrupción, han permeado en el tejido social. En ello radica la enorme dificultad que enfrenta Michoacán, sólo como ejemplo momentáneo de cómo podría estar enquistada la mayor parte del país.
Por ello, resulta complejo tocar siquiera alguno de los temas delicados. La desconfianza alcanza a los familiares y amigos, no se diga a quienes están en las cúpulas del poder político, económico, sindical y social. La realidad obliga a deducir y temer, que esas personas con las hemos convivido por años, ahora podrían ser el eslabón de un esquema de corrupción o del crimen organizado.
Los paradigmas que instalaron la clase política nacional como “el que no tranza no avanza” o la meta de hacerse rico rápido y con el menor esfuerzo posible, tienen postrado a Michoacán y una buena parte del país.
La crisis no es de hoy. Se ha construido a lo largo de décadas gracias a la ineficacia de quienes han gobernado, incapaces de lograr el reparto equitativo de la riqueza nacional. Miles de ejemplos de personas que pasaron de pobres a ricos al lograr instalarse en la política o en algún gabinete nacional o estatal, son los más grotescos ejemplos de esa inequidad, pero sobre todo, de esa corrupción.
Lamentablemente no se aprecia todavía la luz al final del túnel, por lo menos no desde lo público. Así que por más utópico que resulte, una ayuda a semejante crisis michoacana es que cada uno de los que habitamos esta entidad retomemos el DEBER SER, hagamos un esfuerzo por retomar y mantener vigentes nuestros respectivos marcos deontológicos.
Y ojalá que quienes están en este momento en el poder michoacano, dejen poses y actúen en consecuencia. Ya no alcanzan las acusaciones mutuas, tampoco los discursos emotivos, urgen acciones concretas donde cada uno de los que forman parte del Ejecutivo, Legislativo y Judicial, sean ejemplos de transparencia, rendición de cuentas y deber ser. Por algo se tiene que empezar y este podría un buen punto de partida. Ojalá.
Con la esperanza de que haya una próxima vez… me despido, gracias.