Política gourmet
El primero de julio ha quedado atrás y el resultado de la jornada electoral indica un virtual ganador de la contienda presidencial. Habrá quienes estén felices con el resultado y habrá quienes no lo estemos, sin embargo no hay otra cosa qué hacer más que esperar a que las instituciones jurídico-electorales del Estado Mexicano califiquen el proceso al determinar si existieron inconsistencias e irregularidades, o bien si en su conjunto proceso electoral se caracterizó por su pulcritud. Mientras tanto, varias preguntas comienzan a rondar por lo que es oportuno plantearlas y comenzar a dilucidar posibles respuestas. En primer lugar habría que preguntarnos ¿por qué ganó el PRI? Y ¿por qué perdió el PAN? Por lo menos hay dos dimensiones desde las cuales se pueden dar respuesta a cada una de ellas: la económica y la política. En primer lugar, desde una perspectiva económica una incipiente respuesta a la primera de nuestras preguntas indicaría que el PRI ganó porque gastó más que cualquier otro partido en esta elección. No es menester señalar aquí que el PRI rebasó topes de campaña, utilizó recursos públicos de gobiernos de los estados, compró encuestas y medios de comunicación y compró directamente el voto, ésta será una responsabilidad de las instituciones jurídico-electorales que, en su caso, deberán investigar y poner a prueba dichas hipótesis. Sin embargo, lo que a simple vista fue evidente a los ojos de todos los mexicanos es, en efecto, que el PRI gastó más, mucho más, que cualquier otro partido político en estas elecciones. Por su parte, la campaña del PAN se ciñó a la legalidad, en ella se ejercieron exclusivamente los recursos económicos que la autoridad electoral determinó como tope de campaña y ni un peso más. Cualquier persona involucrada en la campaña puede dar su testimonio de que con dificultad se pudo contratar publicidad, por lo que de ninguna manera podría pensarse que el PAN incurrió en compra y movilización de votantes. Desde una perspectiva política, el PRI ganó por diversas razones: la primera de ellas es porque su estrategia en, por lo menos los últimos seis años, no fue de cooperación con el actual Gobierno Federal. Nunca aceptó apoyar y sacar adelante las reformas que México requirió para garantizar un mejor crecimiento económico y dar más bienestar a los mexicanos. Por otra parte, habrá que reconocer que ese partido logró procurar niveles aceptables de cohesión interna lo que le permitió caminar en una misma dirección en este proceso electoral. Por su parte, creo que la principal debilidad del PAN se encuentra en esta dimensión: desde su origen, el PAN ha sido el partido democrático y de los valores cívicos en nuestro país. Sin embargo, el trayecto de 12 años en el poder hizo que en ocasiones el vector de valores de Acción Nacional se modificara y mutara a formas poco democráticas y lejanas a los principios cívicos (recordemos, por ejemplo, el lamentable caso de la pasada legislatura en el Congreso de Michoacán). Por ello en esta campaña no advertimos en el PAN a un partido fuerte, unido y con un objetivo claro: el de ganar la elección. Más bien, advertimos varias fracciones distintas de un mismo partido que en ocasiones convergían en sus objetivos pero que en muchas más estaban en búsqueda de objetivos opuestos. Cuando las instituciones y organizaciones caen en profundas crisis se abre la oportunidad de impulsar cambios profundos en ellas. Posiblemente esta sea la oportunidad de Acción Nacional para refundarse, reorganizarse, de volver a su esencia y orígenes. Más que una derrota, esta es una oportunidad para que el PAN vuelva a ser el partido de los ciudadanos.