Las propuestas presidenciales en México
Siempre he creído que el verdadero camino hacia el progreso es la educación. Como experiencia personal, debo acotar que nunca fui un alumno modelo, de hecho estuve lejos de ser promedio. Es curioso sin embargo que ahora educar sea mi profesión. Y me encanta.
Lamentablemente para los estudiantes el encanto no es del todo igual. Aunque suelo encontrarme con pequeñas joyas en bruto cuyo interés o esfuerzo es de admirar, también hay estudiantes que plenamente no parecen tener siquiera un gramo de materia gris. Pero eso son apariencias.
El sistema educativo que domina en el mundo trata a los alumnos como miembros de un lote de producción, mismo que debe cumplir con una cierta secuencia preestablecida, del cual muchas veces tan sólo se espera cumpla con los requisitos mínimos de la norma. Y con cumplir los requisitos no me refiero a aprobar de panzaso, con saber leer y escribir y manejar una calculadora (calculadora hasta para sumar cifras de un dígito) basta.
He dedicado tres años de mi vida a la enseñanza a nivel medio superior, y quizá lo que más me entristeció hace un par de semanas es que los muchachos NO SABEN IMAGINAR. ¿Se dan cuenta de la gravedad del asunto? Puedo y he tenido que ir aceptando ciertas faltas en su formación: desde desconocer con que países colinda México, hasta creer que pot se traduce hoya, esto último aun con diccionario en mano. Pero llegar a darme cuenta de que no sólo no quieren pensar, sino ni siquiera imaginar. Eso es decepcionante.
Hace una semana que colaboro voluntariamente en una escuela primaria y me doy cuenta que el proceso por medio del cual esos niños echan a dormitar sus cerebros comienza precisamente ahí. Pero no es culpa de ellos, y tampoco en completa culpa del magisterio. Tanto padres de familia, como magisterio y autoridades educativas comparten la responsabilidad. No se les pide que piensen, que razonen, que imaginen. Eso es frustrante.
Como columnista de asuntos políticos mis comentarios deberían ir necesariamente en sentido administrativo público, sin embargo… La tarea no es sencilla y con sólo evaluar a los profesores no cambiará la situación. Fascista como pueda sonar, a veces pienso que hay personas a las que el gobierno debería prohibir tener hijos. La tarea es pues reconocer que la educación comienza en casa, hay niños que se saben al dedillo el más reciente corrido de usted-nombre-algún-vulgar-interprete pero son incapaces de señalar a México en el mapa, y dado esto debemos dejar de echar toda la culpa a papá gobierno y comenzar a realizar nuestra tarea como ciudadanos. En esta ocasión mi crítica clara y concisa es hacia los padres de familia. ¡Santo Dios! Pongan atención a la formación de sus hijos. Si ustedes no lo hacen no hay reforma educativa que valga.
A ver si esto los motiva: la educación es cuestión de seguridad pública. Piénselo.