Tras 10 años de lucha, Guillermina escapa del abuso de su pareja

MORELIA, Mich., 22 de febrero de 2025.- Con la carga cultural que implica una familia y la presión de ceder a las demandas de su marido abusador, Guillermina resistió por casi una década al concubinato y la violencia que vivía a puerta cerrada vendiendo productos por catálogo, dulces y todo le que le cayera en las manos, hasta que la violencia escaló a tal punto que tuvo que salir huyendo de su hogar.
El vínculo entre su pareja y la madre de este poco a poco se iba rompiendo, producto de las discusiones recurrentes, de acuerdo con declaraciones de la sobreviviente.
“En una Navidad se pelearon, y escaló la pelea a tal grado que él le aventó una botella a su mamá, después de eso nos fuimos de esa casa y nos mudamos de casa” por un año, Guillermina recuperó algo de su paz. Hizo su vida familiar y no hubo más agresiones.
Pero al cabo de un año, aprovechando las fiestas decembrinas, se reconciliaron madre e hijo y la violencia se recrudeció hasta llegar a los golpes.
Pero el vínculo estaba roto y él, como muchos otros, no cambió. Ni el amor ni los hijos fueron suficientes.
“Él me llevó a vivir nuevamente con su familia, porque construyó un departamento arriba de la casa de sus papás. La gente me decía que no me fuera, pero yo decía, es mi esposo, tengo que estar donde él esté”, expresó.
En esa nueva vivienda, volvió el encierro y el sentimiento de culpa. Para evitar ser juzgada ocultaba la comida, para no provocar conflicto con su suegra, que le criticaba hasta los alimentos que preparaba. Las humillaciones eran al dos por uno.
En un ataque de ira, y en aparente estado de ebriedad, corrió de la casa y se negaba a entregarle a sus hijos, hasta que finalmente accedió ante la presencia de las policías. También resultó con una lesión en el brazo y perdió un embarazo.
Pero la vida poco a poco fue tomando forma para Guillermina. Retomó su carrera y actualmente litiga, defendiendo los derechos de las mujeres víctimas de la violencia.