Museos, espacios educativos primordiales: Rosa María
MORELIA, Mich., 25 de mayo de 2016.- Si uno entraba al Teatro Ocampo pasados cinco minutos de las 20:00 horas veía a un grupo de muchachos subdivididos en cuatro grupos más pequeños con una especie de celulares en la mano, que hacían un ruido extraño y que levantados en conjunto creaban una curiosa melodía.
Como en Vaselina o algún musical de preparatorianos, los jóvenes aparecían en trajes y vestidos de noche, tal si fueran al baile o a sus primeros 15 años, pero no, se trataba del concierto de gala por el Cuarto Aniversario de la Orquesta Filarmónica Juvenil de Morelia (Laofim), cuyo director, Marcos Franco Faccio Fanza decidió iniciar la noche con el Poema sinfónico para 100 metrónomos del compositor rumano György Ligeti.
Una vez que el ruido de los que no eran teléfonos inteligentes sino metrónomos se iba acallando, Faccio Fanza explicó que la pieza “parece una broma, pero en su tiempo quiso hacer una crítica a los críticos de arte, sobre todo cuando la crítica es destructiva: ‘si no puedes construir mejor no hagas nada’.
“Se tenía que hacer con metrónomos de cuerda pero ya no hay, ni en la Yamaha ni en ningún lugar hubo, por eso la hicimos con estos metrónomos electrónicos”, expuso el también cellista de la Orquesta Sinfónica de Michoacán (Osidem).
Luego de los aplausos vino una Suite de Carmen, de Georges Bizet, conformada por cinco piezas cuya introducción sonó un tanto desafinada, pero que una vez empezada subió el tono y alcanzó altos vuelos, lo que quizá se debió en parte a que no todos los 50 músicos eran exclusivamente de la Laofim, sino que había seis cachirules: dos en los violines, uno en la viola, una en la percusión, uno en el contrabajo y el fagot principal de la Osidem, Everardo Gastelum.
Cuando aún no comenzaba a tocarse el “Toreador”, el venezolano Marcos Faccio dijo al respetable que la hora de los celulares había pasado, en referencia a la obra de Ligeti y a que no dejaban de sonar los aparatos del público durante un concierto en el que, además, cada que concluía una pieza, aplaudía, sin saber que en los conciertos de la denominada música académica se aplaude una vez que la obra termina en su conjunto.
Terminada la Suite entró un piano de cola al escenario y Alexander Pashkov salió al tablado para ejecutar el Concierto para piano en La menor de Edvard Grieg, que por momentos alcanzó los puntos más álgidos de la noche, con un intérprete crecido en el primer movimiento y una Laofim llena de texturas que entendió a la perfección la pieza del compositor noruego, nada fácil de ejecutar.
La concurrencia parecía no tomar el ritmo de lo que sucedía sobre el escenario, ya que sólo habría faltado que hubiera un vendedor de cerveza o tortas durante el segundo movimiento, pues en lugar de un recital aquello semejaba ser el estadio en un partido de futbol. El tercer movimiento mantuvo la expectación que había creado el primero y la Laofim demostró que es más que una orquesta juvenil y que varios de sus miembros pueden tener un futuro en las orquestas del país.
El Premio Mujer Impulsora Cultural Laofim 2016 fue entregado por el director del conjunto una vez terminada la participación de Pashkov y fue Ana María Martínez Estrada la recipiendaria “por su influencia en la formación de varias generaciones de músicos”, con lo que le fue dada una pequeña escultura de José Luis Padilla Retana, quien en 1984 hiciera la nueva Fuente de las Tarascas.
La maestro agradeció el reconocimiento y el cellista venezolano de la Osidemdio, a su vez, las gracias a Salvador Ginori Lozano, secretario de Cultura de Michoacán (Secum) por condonar los gastos del teatro para la gala y añadió: “Que nadie en la vida les diga que no se puede conseguir algo, no dejen que nadie les arruine los sueños”, con lo que se llevó las palmas de los asistentes.
A las 21:00 horas terminó la primera parte del espectáculo, que dio paso a un largo intermedio de casi 30 minutos, hasta que por fin salió la Laofim, acompañada de Juan Alzate, quien ejecutó con los 50 músicos el Concertino para Saxofón Tenor y Orquesta de Cuerdas y Alientos, del compositor Bob Mintzer, con muy buen tono también para ofrecer al público moreliano una muestra de sus mejores dotes.