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MORELIA, Mich., 28 de junio de 2013.- La “toma” de escuelas, por los propios alumnos, para exigir la venta de Sabritas, Coca Cola y Maruchan en las cooperativas escolares, se antoja inverosímil pero ocurrió en varios planteles, como la Secundaria Técnica 3 de esta capital, cuando se inició la promoción de cambio de cultura hacia estilos de vida saludables para prevenir la obesidad infantil y juvenil.
A los promotores llegaron a correrlos a pedradas chamacos de escuelas en rebeldía, ante la prohibición de la venta de alimentos y bebidas de bajo o nulo valor nutricional y alto contenido calórico en las tiendas escolares, lo cual ha generado un mercado negro propiciado por los propios padres de familia.
“Me ha tocado ver que madres de familia le traen la Coca al niño y no podemos hacer gran cosa porque la Coca viene de fuera y la gran sorpresa fue que los niños traen en sus “topers” lasSabritas, acusó la directora de la escuela primaria Madero y Pino Suárez, Hortensia Alcaraz Andrade.
Además, afuera de ese plantel, ubicado sobre la Calzada Juárez, como en los otros seis mil que hay en el estado, vendedores ambulantes ofertan Bon Ice, raspados, paletas, helados, frituras de todas formas y colores, Coca Cola, Fresca, Fanta o Squirt en vasos de unicel, dulces, galletas… Todo lo prohibido.
“Viene la mamá a recoger a su hijo, con el bebé cargando y, cada uno con su bolsota de churros y uno no puede decir nada; se ofenden, que a uno que le interesa, dicen”, indicó Alcaraz Andrade.
La lista “negra”, elaborada por la Secretaria de Salud (SS) contiene pocos productos, siete: caramelos macizos,suaves o líquidos; golosinas como paletas, chocolates, gomas de mascar, o bombones; todas las frituras, incluidas las papas y los plátanos; pastelillos y galletas de harinas refinadas; pastas precocidas; bebidas gaseosas y jugos industrializados.
Esos productos les proporcionan a las niños calorías “vacías”, junto con dextrosa o sucralosa y harinas que ocasionan la acumulación de grasa, colorantes artificiales altos en sodio que provocan hipertensión, grasas saturadas y trans que derivan en colesterol, aspartame y acrilamidas potencialmente cancerígenos, según la justificación para su prohibición.
Para sustituir esos productos se recomiendan cereales y tubérculos en diversas presentaciones como galletas y panes integrales, papas al horno o cocidas con sal y limón, tostadas de soya, trigo germinado, amaranto, arroz, tapioca, maíz, tacos suaves de carne de pollo o de res.
Las frutas y verduras, de temporada y de la región, enteras, rayadas o picadas, solas o con sal, chile y limón; leguminosas como garbanzo, frijol, lentejas o elotes cocidos, productos de origen como huevos hervidos, requesón, yogur, leche, tostadas de atún.
Ambos listados se elaboraron de acuerdo con la norma NT-SSM-001-2006, relativa al tipo de productos que pueden expenderse en las cooperativas escolares a fin de controlar la higiene y valor nutricional, publicada en el Periódico Oficial el 3 de agosto del 2007, pero no se han colocado frente a los establecimientos escolares.
Para poder dar cumplimiento a dicha norma se tuvieron que reformar las leyes estatales de Educación y Salud, en 2008, pero fue hasta 2010 cuando se publicó el reglamento que todavía se aplica parcialmente.
Marisa Hernández, responsable del programa por parte de la Secretaría de Educación en el Estado (SEE) informó que apenas en enero de este año se llevó a cabo una capacitación estatal con los encargados de las cooperativas escolares de los sectores del nivel primaria, abarcando el 73 por ciento de las escuelas de ese nivel en la entidad.
El 50 por ciento de las seis mil escuelas que hay en el estado están en proceso de cambio y, como en preescolar no hay cooperativas ya que son los padres los que preparan el lunch de sus hijos, se estima que hay alrededor de cinco mil establecimientos dentro de las escuelas, indicó.
María Norma Silva Orozco, de la SS, dijo que la meta del programa Escuela y Salud es certificar a 880 escuelas libres de alimentos chatarra por año, pero a la fecha únicamente han certificado a 37, ninguna en esta capital, 223 están en proceso.
Pero las acciones gubernamentales tienen poco eco en los planteles escolares; por ejemplo, en la secundaria dos, luego de rogarle a la subdirectora que nos permitiera el acceso a la cooperativa y entrevistas con los estudiantes, únicamente accedió a dejarnos pasar a la tienda donde se estaban preparando tortas de salchichas fritas y en los estantes había galletas Gamesa, aunque los refrigeradores de Pepsi Cola estaban vacíos.
Las encargadas ya habían aceptado hablar sobre los productos que venden y cómo los preparan, pero la funcionaria, al ver la cámara, reprochó no avisarle que se iban a tomar fotografías y nos corrió. Dijo que volviéramos con un oficio, cuyo contenido valorarían y decidirían si nos daban permiso o no de hacer este trabajo.
En la secundaria tres, el director no solo no permitió el acceso, acusó a los reporteros de amarillistas, de manejar la información a conveniencia y ordenó volviéramos el próximo ciclo escolar.
Ese trato no es exclusivo para los reporteros, también para los integrantes del Comité Interinstitucional de Atención y Seguimiento a las Cooperativas Escolares en Michoacán –SEE, SS y DIF-; en muchos planteles no les permiten el acceso y, cuando los dejan pasar, es prácticamente imposible llevar a cabo los programas de capacitación por los constantes paros de labores que realizan tanto “democráticos” como “institucionales”.
Debido a las suspensiones de labores, la capacitación se tiene que reprogramar una y otra vez, lamenta la doctora Silva Orozco quien no se aventura a determinar los años que llevará cambiar los hábitos alimentarios que permitan al estado descender del primer lugar nacional de niños obesos y del primer lugar mundial en adultos obesos o con sobrepeso.
Los alumnos han aprendido en clases que no es benéfico para la salud consumir esos productos pero han perdido la buena costumbre del lunch y sus padres siempre les dan dinero para que compren lo que vendan en la escuela.
Iliana Romero Parra dijo que a su mamá no se le da prepararle el almuerzo, a ella tampoco porque un día tuvo un percance y mejor ya no se acerca a la estufa. Le dan dinero y procura comprar algo que le haga bien.
Edson Jafet Segura Martínez dijo que a él no le gusta la comida chatarra porque ha visto videos en los que se muestra que hace daño a la salud. “Los chetos los hacen con carne de rata”. Su mamá tampoco le prepara lunch, le da dinero. Lo que más extraña es la coca.
Paola Monserrat Araujo en ocasiones lleva el almuerzo que le prepara su madre, cuando queda comida del día anterior, como milanesa, con la que le prepara una torta o un sándwich; otras veces le dan dinero y, por lo general compra agua o jugo, casi nunca a la salida de la escuela porque cuando llega a su casa, su mamá ya hizo la comida. Ella extraña las galletas y la Coca.
El cambio se está dando a contracorriente. Ya no hay “movimientos” para exigir la venta de chatarra por parte de los alumnos pero la inconformidad de los concesionarios de las tiendas escolares, profesores y directivos persiste porque las ventas cayeron, los productos saludables no se venden, los niños guardan su dinero para comprar, a la salida de la escuela, todo lo que en su interior está vedado.