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MORELIA, Mich., 17 de noviembre de 2016.-Dentro de las ponencias en el marco de la exposición: Patrimonio Cultural y Megaminería: un reto múltiple’, el antropólogo Claudio Garibay Orozco, miembro del Sistema Nacional de Investigación nivel dos, realizó la conferencia ‘Un modelo histórico de las transformaciones en la relación entre emplazamiento minero y formación del espacio local’.
Esta ponencia es el primer capítulo del libro que se publicará próximamente; ‘Paisajes mineros en México, el impacto del trabajo de las grandes empresas mineras en las poblaciones rurales en México’.
La temática principal es deshacer las posturas de las grandes empresas mineras, en las cuales se autonombran como las herederas de la gran tradición minera mexicana para legitimar su presencia en el país; el desarrollo de ciudades como Guanajuato, en el arte y la Cultura, se debe a ellos.
El investigador señaló que las minas actuales construyen espacios sociales mínimos y negativos; “las actuales empresas mineras no produce esas bellezas arquitectónicas de los siglos 16, 17 y 18, sino varios campamentos con espacios sociales negativos” aclaró.
Hizo un recorrido histórico en distintos estadios de la historia minera del país. Señaló que la industria minera han cambiado radicalmente en los últimos 100 años.
El antropólogo explicó que del siglo 16 al 18, se vivió la minería colonial, la cual produjo sociedades multietnicas, era una minería injusta, explotadora, pero que al menos dejaban parte de su riqueza en los asentamientos donde se llevaba a cabo,c como en los casos de Guanajuato, Zacatecas o Taxco Guerrero.
Necesitaban personas con diferentes oficios entre ellos los artesanos que fabricaron retablos y otro tipo de artículos que sobreviven hasta la actualidad. Tenían una idea medieval de formar parte de la nobleza.
Después, durante el siglo 19 y el 20 vino la minería Industrial que produjo sociedades obreras, este tipo de industria comenzó a dejar de utilizar personas para cambiarlas por maquinarias.
En esta parte de la historia existió en nuestro país una industria minera bajo el nacionalismo revolucionario que se dividía en tres, expuso el investigador: las minas de empresarios mexicanos apoyadas por el régimen revolucionario; las empresas estatales bajo el régimen nacionalista, y las minas cooperativa que eran resultado algún conflicto con las mineras extranjeras.
El antropólogo declaró que finalmente estamos en el tercer tipo de empresa minera, que es global corporativa, y este tipo de minería no necesita más que territorio y agua. Sus trabajadores viven en campamentos por lo que no se forman sociedades, todo viene desde fuera, lo que necesitan lo provee el mercado.
Hizo hincapié en que este tipo de empresa tienen ganancias anuales por más de 84 mil millones de dólares, de estos, 15 mil millones van para su operación, mientras que mil millones de dólares es para el pago de salarios, la ganancia es del 82 por ciento, “es un negocio gigantesco”, dijo.
Con estos argumentos, el investigador dijo que este tipo de empresas que no necesitan a la población local, no pueden sustentar su presencia en México bajo el argumento que son herederas de la tradición minera mexicana que ha formado culturas y ciudades.