¿Morelia, madre de los churritos de maíz..?

MORELIA, Mich., 20 de enero de 2018.- Nadie se pone de acuerdo. Unos dicen que los churros de maíz que se consumen en casi todos lados son de Morelia, “solamente aquí se consumen”, aseguran. Pero hay una contraparte; “esos son del sur de país”, dicen otros. Pero todos coinciden en haber crecido comiendo esos churros.

El procedimiento para realizarlos parece muy simple; o al menos así constatan distintas páginas en internet. Pero la gente tiene otra coincidencia: saben mejor los de la tienda esquinera.

En un principio, dice Juan, un abogado de 35 años, “nomás los vendían así, con salsa Valentina y limón”. Él recuerda que saliendo de la escuela se los preparaban en una bolsa plástica, “eran muy simples pero muy ricos”, asegura.

Claudia, una diseñadora de 30 años, relata que cuando estudiaba la primaria tenía prohibido consumir “esas cosas”. Empezó a consumir churros a partir de que entró a la secundaria, lo que no recuerda es si los vendían en “la cooperativa” (los responsables de alimentos al interior de la escuela), o era al salir de la secundaria.

“Ahora le ponen de todo; elote, cueritos, jitomate, cebolla, les ponen lo que se les ocurra”, dice Elsa de 40 años. Invita a pasar por su colonia, al sur de la ciudad donde unas señoras los preparan de manera especial.

Carlos, de 25 años, confiesa ser un adicto a esta botana, de hecho todos los entrevistados lo aceptaron, aunque ya no sean “como antes”, porque la regla ahora es comerlos con crema, queso y limón, “ya no saben igual sin eso”, asegura Joaquín, un adolescente de 16 años quien asegura que por todas las restricciones que hay en alimentos “chatarra” en las escuelas ya no se venden al interior de éstas.

Otra coincidencia: no se llaman churros, sino “churritos”; “si dices ‘me da unos churros’ en el DF (CDMX), te van a dar unos de’stos con azúcar que se comen con chocolate”, dice Alejandro, un músico de 45 años originario de Ciudad de México.

Al final, los churritos son tan populares que una marca, Sabritas, hizo los Churrumaiz, pero “nel, no saben igual”, asegura el abarrotero de la esquina, mientras ofrece una bolsa de churritos que desborda en crema y queso.