Masculinidad y trabajo sexual cibernético/Gerardo A. Herrera Pérez
El trabajo sexual masculino es un fenómeno social que se debe abordar desde la complejidad, lo transdiciplinario, sistémico y el holismo. Pero además de ser complejo, es permanentemente censurado, nadie quiere hablar de que los cuerpos de los hombres están en el mercado; se venden los hombres (y no hablo de trata de personas) y se compran por mujeres, y también por hombres, es decir, hombres que tienen sexo con otros hombres y que no se asumen como gays ninguno de ellos.
El trabajo sexual masculino transita como una opción laboral, frente a la crisis que genera la globalización y el Neoliberalismo, se ejerce el trabajo sexual por necesidad, otros más por placer, y otros por la búsqueda de dinero rápido (falta de dinero, recortes laborales, desempleo, crisis, por gusto). De esta manera en un mundo dominado por el poder y lo efímero, dice el filósofo Guille Lipobesky, el dinero ayuda a conseguir lo que deseas, lo que te produce placer, un cuerpo, el sexo, un espacio, el alcohol, un territorio para el hedonismo, en donde es fácil observar y comprar, tanto en lo público, como a través de las páginas de internet.
Si bien todos pensamos y lo expresamos que el hombre tiene poder que le da el Sistema de Género, me parece que aquí se genera una tensión teórica, porque el hombre al vender su cuerpo para el ejercicio de la sexualidad a otros hombres convive con la pérdida del poder, es decir el hombre se desvaloriza y se somete a las decisiones de su comprador; quien compra se vuelve cliente, y será este quien alimente el proceso de compra y venta del cuerpo para el consumo de placer sexual y será este quien este invisible, nadie lo verá, nadie sabrá que compra cuerpos de hombres y exigirá cada vez más, nuevas mercancías que le satisfagan sus deseos sexuales.
El cuerpo de un hombre se compra para el ejercicio sexual y la compra será por tiempo (una hora en promedio), será anónimo, será bajo ciertas condiciones (cada parte del cuerpo que se sume al ejercicio de la sexualidad tendrá un precio), será en las condiciones del que paga, con poco nivel de negociación para el que vende, y será un sexo sin compromiso, sin besos, y sí de dudosa calidad porque nunca se pedirá un estudio de salud o la tarjeta de salud. Recordemos que el trabajo sexual no está prohibido en México.
Desde que se realizan los estudios de masculinidades, que no son muchos años, desde los años setenta del siglo pasado; se ha podido observar que los hombres han mostrado un rostro que no se conocía, y que hoy los medios de comunicación han potenciado. Cientos de páginas electrónicas anuncian la venta de cuerpos, todos ellos son jóvenes que ofrecen sus servicios para atender distintas actividades como masajistas, strippers, gogoboys, o bien, disfrazan la actividad artística, deportiva, de modelaje o terapéutica de trabajo sexual masculino (los jóvenes que tomaron la decisión de vender su cuerpo, bailan en antros, en casas nocturnas, haciendo coreografia y luego hacen trabajo sexual, como los masajistas en casas particulares o en saunas, que hacen final feliz).
El trabajo sexual es un trabajo precario y lo es porque no cuenta con absolutamente ningún sistema de seguridad social (salud, previsión de ingresos, vivienda, prestaciones, etc), la venta del cuerpo permite vender caricias, placeres, erotismo, es un mercado de hombres para hombres. Los cuerpos de jóvenes se acaban, se agotan, y la manera en cómo se reemplazan hacen que nuevos cuerpos disfruten de una mejor venta, y la cual tendrán que aprovechar antes de que su cotización disminuya.
La pregunta es, que es mejor: qué el trabajo sexual precario exista o qué no exista?, en todo México y por la vía del internet se cuenta con infinidad de páginas electrónicas que sirven de catálogo para ofrecer la venta de cuerpos de hombres jóvenes; el tránsito por el internet continua siendo anónimo, situación que permite la invisibilidad del que compra. Hoy mediante los teléfonos inteligentes, se pueden descargar las aplicaciones electrónicas y acceder a distintas páginas para el consumo de trabajo sexual. Me refiero a quienes ejercen trabajo sexual, no a páginas de contacto sexual que no tienen como propósito el trabajo sexual.
Tanto Morelia, como Ciudad Hidalgo, Lázaro Cárdenas, Uruapan, Pátzcuaro, Tarímbaro cuentan con páginas donde se venden los cuerpos, dichas páginas cuentan con información detallada sobre el nombre virtual, en ocasiones el eslogan de promoción y marketing con frases cautivadoras, edad, estatura, tez, complexión, procedencia, vellos facial y corporal, tamaño del instrumento, modales, los servicios que ofrecen, los requisitos, pagos, tarifa, imagen, fotos explicitas, modos de comunicación, uso de preservativos entre otros.
Espero, que esta nueva administración logre colocar en el mercado de trabajo los puestos que requieren muchos jóvenes, pero con sueldos bien remunerados, para evitar que los jóvenes tengan que vender su cuerpo, un cuerpo que en general debe ser atlético, bien dotado a efecto de que pueda subsistir en el mercado del sexo.