Las personas albañiles

El Día de la cruz, es sinónimo de sincretismo, de dogma, de espiritualidad, de metafísica, finalmente es algo que se explica por sí mismo. En muchos de los hogares mexicanos existe una cruz que se venera en este día con una veladora y flores. De esta manera el Día de la cruz, también resignifica su contenido conceptual y coloquial, es un día esperado por los trabajadores de la industria de la construcción porque los agasajaran con una buena comida, en ocasiones acompañados de obsequios, y esto lo veremos en todas las construcciones con cruces de madera en las pequeñas obras, medias y de gran formato.
Me gusta convivir con los trabajadores de la industria de la construcción son ellos y ellas, las que dar paso para hacer realidad las ideas, sueños, y lo imposible, lo vuelven posible, o sea ellos y ellas trabajan en la realidad de lo posible, cada obra del tamaño que sea es un reto no solo a la imaginación, sino a su capacidad creativa, nada se les dificulta.
He tenido la gran fortuna de convivir con los trabajadores de la construcción, principalmente en Apatzingán, a quienes incluso les brinde mi apoyo para su formación y conocimiento en materia de derechos humanos, libertades y respeto a su dignidad humana.
Al igual que hay masculinidades diversas, también en el campo de la construcción hay trabajadores con perfiles diversos, van desde los escrupulosos y detallistas, hasta los que poco importa el terminado o el acabado. lo importante es el tiempo, pero también pasan por los que están ahí pendientes de cumplir sus compromisos y responder a ello; también se encuentran en esta diversidad, aquellos que no les importa tocar varias ocasiones en distintas obras para tener trabajo y dejar de ir simplemente porque no se levantaron temprano o hicieron san lunes.
La realidad es que no podemos hablar de un modelo hegemónico de trabajador de la construcción, lo que observamos es un modelo de trabajador diverso, por eso, debemos nombrarlos como los trabajadores de las industria de la construcción, para evitar caer en homogeneidad y así, dar paso a la diversidad y la interseccionalidad en que están articulados: hay trabajadores que provienen de comunidades originarias, otros más de zonas rurales que van a trabajar a la ciudad y que se colocan rápidamente como peones, los hay también de los que tienen una tradición familiar y los padres forman a los hijos; la presencia en el tono de color de piel de los trabajadores de la construcción son blancos, morenos, negros, con buen lenguaje y comunicación, viviendo su fe en minorías religiosas y no necesariamente la hegemónica, los hay quienes tienen adicciones, quienes son ojo alegre, pero también los hay quienes viven en diversidad sexual y eso no los hace menos, simplemente es una manera de ganar el sustento diario.
Pero también hay mujeres que sacan el sustento de su familia ejerciendo un trabajo pesado, pero que, frente a la imposibilidad de otro empleo cada día vemos más mujeres frente a una pala, un pico, haciendo mezcla, metiendo grava o arena, y en general preparando emparrillados, o castillos o traves.
Es tiempos de posmodernidad o como dijera Enrique Dussel en tiempos de transmodernidad, en los tiempos que hoy vivimos, los trabajadores de la industria de la construcción tienen el mismo perfil que cualquier otra persona que vive en una sociedad de consumo, es decir, gustan de las compras, de consumir las marcas, son hedonistas, acceden a la tecnología, sobre todo los jóvenes, desean tener éxito, y vivir la vida de manera líquida, efímera, rápida. A ellos, se les enseña a ser hombres desde la fuerza, desde el poder de saber; ejercen sus masculinidades desde el saber, el poder, la autoridad y la jactancia.
No obstante, esta diversidad nos enseña que hay una gran cantidad de identidades dentro de la construccion, hay otros trabajadores, sensibles, generosos, responsables, que cuidan de los materiales, que no desperdician, que no piden más material del que pueden o deben utilizar, es decir, son responsables no solo en el trabajo, sino también de manera sostenible porque son responsables con la vida, con la familia, con el medio ambiente, con lo que les rodea.
En la vida conocemos de estas personas y no dejan de sorprendernos, porque pese a su masculinidad fuerte y bragada nos damos cuenta de la sensibilidad con que pueden sembrar y cuidar un árbol, la sensibilidad de dar acompañamientos a sus hijos e hijas en el ir y venir de la vida, enseñándoles el amor y respeto a la realidad que les rodea.
Yo tengo el honor de conocer a un gran hombre, casado, con dos hijas, él es Luis, es sencillo, y practica los valores, principios y virtudes sociales. Sin darse cuenta hace ecoconciencia en familia; su esposa e hijas ayudan a reforestar y forestar el Parque Urbano Ecológico de Uruapan, donde han plantado y cuidan a distintos árboles. Lo hacen para la sociedad y la vida, lo hacen enamorados de construir un mañana que mejore las condiciones ambientales para todos y todas.
Pero también en Apatzingán, tuve la oportunidad de trabajar con la organización de trabajadores de la industria de la construcción a través del programa Cohesión Social Apatzingán, donde pude reconocer el talento, el compromiso y la disposición de avanzar en sus proyectos de las y los trabajadores que construyen también ideas y sueños, dejando realidades para construir sueños dentro del hogar. Gracias siempre por sus enseñanzas, y por la calidad humana y generosa con que siempre nos reciben a Emily Stephani y a quien escribe esta nota.