El dilema de conseguir musgo

MORELIA, Mich., 5 de diciembre de 2017.- No es difícil encontrarlos, sobre todo si se acude al mercado Independencia los dos últimos meses del año; en la esquina que forman la calle Vicente Santa María y la avenida Lázaro Cárdenas se encuentran los vendedores de musgo, ‘cáscara’, heno y árboles naturales navideños.

Fidel está trabajando en su puesto; con destreza forra de musgo el esqueleto de madera de una casa para el Niño Dios. Un poco más al fondo se encuentra un joven que no da su nombre, él arma las estructuras de madera. El aroma en el lugar es inconfundible: huele a bosque.

“Sigue siendo cada año lo mismo, nomás que esta vez está un poco más flojo, pero el nacimiento se pone desde hace muchos años. Ojalá y no se pierda la tradición, aunque ya es muy poco”, dice el hombre, que debe rebasar los 55 años.

“Un Nacimiento lleva cáscara, le decimos a ‘cáscara’ lo que viene siendo el musgo; ‘el parley‘, que viene siendo el heno; y la paja, lo tradicional. Ya el Nacimiento que se compra que se pone en medio, ese lo venden aparte“, explica señalando al fondo del mercado.

En el puesto también hay cactus desérticos pequeños que se pondrán como adornos en el Nacimiento, y que se mezclarán, curiosamente, con el musgo de bosques húmedos.

“Ya ahorita uno va allá y la gente de allá mismo, de los montes, se lo vende a uno”, dice Fidel respecto a cómo consigue el musgo. No despega la vista de su trabajo, solo lo hace para atender a una cliente; “a 10 el cuadrito”, le dice.

Deja de trabajar y explica que si una persona ajena va a cortar el musgo, le queman el auto, “allá en el cerro, ya ellos mismos no dejan entrar a nadie, voy hasta allá arriba, al Mezcal, a la Soledadita, aquí de José del Monte, adelante”, asegura.

Asegura que algunos policías suelen esperar a estos comerciantes en la glorieta del Papa Juan Pablo Segundo en la zona de Altozano, “ahí lo esperan a uno pa’ chingárselo, y la gente de allá que trae esto ya no sale de más abajo para ir a recogerla, porque ellos no se quieren arriesgar, ya nos la dejan un poco más bara porque la arriman”, expone con un dejo de seriedad.

Explica que muchas de estas personas tienen en sus parcelas el musgo y no dejan entrar a nadie más.

Retoma su trabajo. Dice que el problema es que de donde se quita el musgo ya no vuelve a crecer hasta dentro de siete años, “tarda mucho”, asegura.

Explica que el musgo que se corta puede durar hasta tres años. Saca una pieza reseca que cubre de agua; “ya nomás usted le echa el agüita y cambia, donde cae el agua luego luego cambia”. Platica que a él le han contado que con el material de desecho del musgo hacen vendas, “no sé si sea verdad”, duda y termina la entrevista.