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CIUDAD DE MÉXICO, 8 de diciembre de 2016.- William Jenkins fue a mediados del siglo 20 el hombre más rico en México. De nacionalidad estadounidense, lo hizo a través de la compra y explotación de ingenios azucareros, con la posesión de cadenas de cine, con las ganancias de préstamos a otros empresarios y también con la ayuda de políticos como Maximino y Manuel Ávila Camacho, a quienes apoyó en sus campañas políticas para gobernador de Puebla y presidente de México, respectivamente, y quienes a cambio le dieron trato privilegiado para sus negocios en la entidad.
Jenkins se enriqueció gracias en parte a través del “capitalismo de cuates”, define a Quadratín México el investigador inglés Andrew Paxman en su más reciente obra, En busca del señor Jenkins, dinero, poder y gringofobia en México, editado por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) y Editorial Debate.
Cuestionado en entrevista sobre si dicho capitalismo de cuates aún perdura en México, Paxman –coautor, junto con Claudia Fernández de El Tigre, la biografía no autorizada de Emilio Azcárraga Milmo– no duda su respuesta.