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CIUDAD DE MÉXICO, 20 de agosto de 2017.- Una mujer en bata blanca y dos hombres de gran estatura fueron las primeras personas que Sofía vio en su recámara cuando despertó un día de mayo. Una sola frase detonó su ataque de pánico: “Tenemos que hablar de tu trastorno de alimentación”. Entre negaciones e intentos fallidos por escapar, el cuerpo sin fuerza de esta joven de 20 años terminó por ceder. Con la poca energía que le quedaba, abordó una camioneta parecida a una ambulancia que la llevó a la clínica de la fundación Ellen West.
“Fue tanto el miedo que experimenté al imaginar mi vida sin la anorexia que me tuvieron que sedar”, relata desde la casa en la que vivió los últimos cuatro meses.
De acuerdo con El Universal, de 2014 a 2016 se diagnosticaron a 6 mil 432 mexicanos con algún tipo de Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA) —anorexia o bulimia—, de acuerdo con los datos del Anuario de Morbilidad de la Secretaría de Salud (Ssa). Dos de cada cinco, es decir 2 mil 602, tenían entre 10 y 19 años. En ese periodo, los diagnósticos en personas en ese rango de edad pasaron de 737 a 939. Cada año, en promedio, 867 jóvenes modificaron sus hábitos alimentarios por sentir alguna clase de rechazo hacia su cuerpo.
Esta cifra podría ser una muestra mínima del verdadero panorama. Una de las barreras para conocer la estadística real es que los TCA fueron reconocidos legalmente como una enfermedad hasta 2014, por lo que no hay registros de años anteriores. Además, se estima que anualmente hay 20 mil casos nuevos de anorexia o bulimia, de acuerdo con la doctora Tania Villa, sicóloga del Hospital General de México. Estas proyecciones, hechas por la Secretaría de Salud y el Centro de Estudios para el Adelanto de las Mujeres y la Equidad de Género (CEAMEG), dejarían una cifra negra de 18 mil enfermos al año sin diagnóstico.
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