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MORELIA, Mich., 17 de diciembre de 2015. – El 16 de diciembre dieron inicio las posadas navideñas, festejos que duran nueve días, y que desde la perspectiva de los morelianos han ido cambiado respecto a su origen y el modo de celebrarse.
En un sondeo realizado, para la gente esta tradición tan mexicana ha ido decayendo y transformándose.
Sobre este tema dice Graciela Luviano, de la colonia La Eréndira “ya no acostumbro ir a las posadas y la verdad es que también han ido cambiando mucho, ya no es como cuando yo era niña y a mis hijos no les gusta tanto”.
Por otro lado, dice Ramiro Chávez, de Tzindurio, que en su colonia la costumbre de romper piñatas y convivir con los vecinos ya no está muy arraigada “son muy pocos a los que realmente les gusta, casi pura gente mayor porque a los jóvenes no les gusta ir a rezar”.
Las tradicionales posadas navideñas en México datan del siglo XVI con el inicio de la conquista española. Esta tradición, es una representación del peregrinaje de José y María antes del nacimiento de Cristo.
Al respecto dice el padre José Guadalupe Franco, las posadas son nueve días de preparación espiritual para el nacimiento de Jesús y también de acompañamiento a los padres de Cristo.
En las distintas parroquias se encuentran ya realizando sus respectivas actividades con su feligresía y en la Catedral, como ya es costumbre dice el padre José Guadalupe Franco, al término de la posada se les dará su aguinaldo con sus respectivos dones. Los dones son una expresión del espíritu que vino a traer Jesús al mundo.
En este tenor, el padre Javier González en entrevista aparte aseveró que esta época se le conoce como adviento y debe ser un tiempo de preparación espiritual para los creyentes en Cristo, no sólo de fiesta y comilona.
Dato curioso sobre el lugar donde nació Jesús
Popularmente se dice que Jesús nació en un pesebre en Belén y se representa su nacimiento rodeado de animales y paja, sin embargo, de acuerdo con los investigadores de la universidad de Oxford, Inglaterra, el niño Jesús nació en una pequeña cueva adjunta a una casa y que regularmente se destinaba a los caballos, según la arqueología de las comunidades de Belén del siglo I.
Respecto a la disyuntiva de si había animales o no cuando nació Cristo los especialistas dicen que es posible hubiera caballos y borregos pero no aves de corral, ni puercos, ni vacas como comúnmente se representa.