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CRISIS EXISTENCIAL
LAS TAREAS DEL PRD: CONGRUENCIA, INICIALMENTE.
Ahora que el nuevo presidente del comité ejecutivo nacional del Partido de la Revolución Democrática, Agustín Basave Fernández está metido de lleno en el laberinto que significa encontrar la fórmula, manera, estrategia, refundar, reconstruir, transfundir sangre, renacer, revivir, fortalecer, vigorizar, desarrollar, crecer, vitaminar, alimentar, recuperar, cachar, engordar, cachar, etc., a militantes para “su nuevo” partido político – porque ha andado como Porfirio Muñozledo, en todos y en todos cae parado, como los gatos -. Recuerdo los tiempos pasados – dice la canción que veinte años son nada, y ellos ya entraron en la edad de los 30s, casi. Ya sin mozos sazones –
Tomo una fracción de CÁMARA HÚNGARA de Hugo García Michel, publicada en MILENIO diario, en su edición del pasado 14 de noviembre: UNA CARICATURA DE IZQUIERDA:
“¿Cómo caracterizar a eso que en México hoy se denomina izquierda? ¿Cómo definir a ese ente desideologizado, oportunista, distorsionado, corrompido, ridículo, inculto, anquilosado, retrógrado y decenas de adjetivos más que se le pueden adjudicar sin faltar a la verdad?
La izquierda mexicana no tiene precisamente una historia ejemplar o de al cual pueda enorgullecerse. Desde tiempos de Vicente Lombardo Toledano o del staliniano Partido Comunista, su camino ha estado empedrado por un cúmulo de divisiones, odios, y traiciones. De todos los personajes que lucharon por conformar una verdadera izquierda en nuestro país, muy poco nombres se pueden rescatar. Yo mencionaría a Heberto Castillo y a José Revueltas como los dos más insignes, con todas las contradicciones de este último. Mentes lúcidas las ha habido también en el campo de la teoría, caso de gente notable como Roger Bartra, Luis González de Alba o José Woldenberg, para citar tres ejemplos.
Sin embargo, lo que hoy se conoce como izquierda no es sino una caricatura infame. No se me ocurre otra manera de definir a los actuales PRD y MORENA (Convergencia y esa mala broma que fue el recientemente desaparecido Partido del Trabajo no cuentan), cuyos líderes son como un mal comic o una grotesca serie de dibujos animados. Basta verlos a diario. Obsérvense las disputas mezquinas entre chuchistas y antichuchistas o escúchense el delirante discurso cotidiano de López Obrador, quien, cual Alex Lora de la política, viene repitiendo las mismas frases desde hace tres lustros (en ese sentido, no hay muchas diferencia entre “¡Qué viva el rocanroooll! Y “la culpa la tiene la mafia en el poder”. Léase además, el tipo de prensa amarillista y catastrofista que bajo el disfraz de santurrón progresismo coopta buena parte de los medios impresos. Es una calamidad.
Mucha falta le hace a México una izquierda moderna, abierta, inteligente, cultivada y con planteamientos concretos en pro de las mayorías y las minorías. Pero mientras sigamos entre chuchos y pejes y sus adláteres, no sé ve cómo pueda surgir. Vaya joda”.
También, lo que le falta a la izquierda mexicana es congruencia entre las ideas, las palabras y los hechos: sus documentos básicos dicen otra, las palabras de sus dirigencias y figuras-personalidades, otra y la realidad, otra y entre las tres existen mares de diferencia.
Sumado a lo anterior, necesita militantes y no se ve, no se nota, no se percibe algún programa, proyecto viable que les pueda generar militantes; son inexistentes las acciones programadas, o no, de promoción de su ideología -¿cuál? -: en todo el PRD – nacional, regional, estatal y municipal – campea un pragmatismo espectacular, que, por cierto ya no le es productivo, desde la salida de Cuauhtémoc Cárdenas y la sangría que representó Andrés Manuel López Obrador, que lo ubicó en la lona con aguda anemia -.
Si a todo lo anterior, finalmente, le sumamos la carencia total de líderes –locales, regionales y nacionales – tenemos la visión completa del actual PRD: Desastre, decadencia y desolación.
Bueno, ni las alianzas, coaliciones o frente comunes, maridajes o amasiatos políticos le son propicios, positivos o productivos y lo más peor es que él, el PRD, los buscan no únicamente nada más para evitar que su oponente real, el PRI gane. Las busca para evitar su desaparición, lo hace por razón existencial: para sacar por lo menos el 10% de la votación.
Corre el enorme riesgo y gran, y cierto, peligro de que la votación del año próximo lo ubique como la cuarta fuerza política nacional, si no es que hasta la quinta, abajo del PRI, PAN, PVEM y MORENA.
Y el tiempo se le está agotando.
A ellos les fue como al PAN: Buscando el poder, perdieron el poder en donde lo tenían; buscando el partido, jugaron el poder y lo perdieron y extraviaron al partido, porque están a un tris de perder todo.
Así, sin liderazgos, sin militancia, sin líderes, sin ideología, sin credibilidad, sin confiablidad, y sin cohesión interna, jugarán todo a una carta: Silvano, dicen.
¿Les resultará?