MORELIA, Michoacán. 01 de marzo de 2016.- El “Chava” va, con su figura delgada y cara de niño, entre los autos, mirando de frente o con el rabillo del ojo a ver si de alguna ventanilla se asoma una que otra mano ofreciéndole monedas. Salvador Isaí se llama, se entiende por qué le dicen “Chava”. No es un niño de la calle ni un limpiaparabrisas, es un artista callejero que entre los rojos del semáforo realiza un acto de malabarismo con un objeto de metal y plástico de color chillante que se maneja con un cordel. “Es un diábolo o un yoyo chino” explica con una sonrisa.
“Chava” platica que tiene 18 años, se ve un poco más joven. Con un desparpajo casi cínico prosigue, “vengo casi cada vez que me da la gana, no trabajo pero de esta manera consigo algo de dinero”.
Explica que un amigo hacía malabares pero no le llamaba la atención hasta que un día vio un vídeo del diábolo manejado por profesionales, “desde ahí me enamoré de esto o algo así, y ya tengo como siete meses haciéndolo”. Ese desparpajo con el que cuenta las cosas deja de parecer cínico y se devela su verdadero gusto por hacer malabarismo en la calle, “quiero aprender más, estoy pensando comprarme otro yoyo porque se pueden hacer suertes con dos yoyos al mismo tiempo”, dice con un brillo de emoción en la mirada,”esto es como arte, es algo bonito, me gusta mucho lo que hago”.
“Chava” estudia la preparatoria, no consiguió empleo formal por el tiempo, porque de tenerlo, no podría seguir estudiando. El artista callejero va de tres a cuatro horas, y en ese tiempo puede juntar unos 200 pesos. No le da miedo andar entre los autos, “en mi casa sí se preocupan, pero aquí chambeo” dice con una sonrisa en el rostro casi infantil.
Ya está ansioso por seguir sus malabares, y en lo que sigue en verde el semáforo, cuenta que muchos chavos que están en los cruceros o en las calles, y que hacen malabares, luego andan pudiendo limosna y hacen quedar mal el malabar. El verde del semáforo está por cambiar, el “Chavo” da la mano y el clásico choque de puños, aparece el ámbar en la señal, y luego el rojo, se aleja sonriendo y preparando el siguiente acto que durará unos segundos y a más de uno le sacará del hastío vehicular.