Propuestas de niños con discapacidad para aspirantes a la Presidencia
El obsoleto sistema de las especialidades médicas, vigente desde hace más de tres décadas, ha propiciado un mercado negro en el que se venden y compran diplomas sin rigor académico alguno, con los que pseudoespecialistas se amparan para ofertar servicios que prometen conservar o recuperar la salud, cuando en realidad atentan contra la vida. Los datos disponibles son preocupantes: durante los primeros seis meses de este año, la Dirección de Protección Contra Riesgos Sanitarios (Direpris) de la Secretaría de Salud en el Estado (SS) realizó 196 verificaciones a establecimientos médicos de los cuales 96 estuvieron dentro de la norma y 100 no la cumplían. Sin embargo, de esos 100 establecimientos fuera de la norma, únicamente uno fue clausurado en la localidad de Senguio donde, Jorge Martín Rivera, se ostentaba como ginecólogo y ofertaba terapias de ozono, sin contar con título ni cédula de médico general ni de la especialidad por lo que fue sancionado con una multa de 50 mil pesos. Al ser descubierto lo más que pudo comprobar fueron estudios de normalista. En Zitácuaro, a cuatro odontólogos que ofrecían el servicio de ortodoncia sin contar con la especialidad; se les clausuró el área donde atendían a los pacientes con braquetes, en la que se colocó un letrero de suspendido. Lo mismo ocurre en todas las áreas de la salud, desde los gabinetes de radiología e imagen hasta las clínicas de belleza en las que personal sin la capacitación ni pericia necesarias usurpan las funciones de los cirujanos plásticos con resultados tan dramáticos que orillan al suicidio de los pacientes. Raymundo Puebla Calderón, director de Protección contra Riesgos Sanitarios, señaló que el problema de fondo es que los médicos no tienen la oportunidad de especializarse, como cualquier otro profesionista, porque el sistema del examen nacional de residencia está rebasado.