MÉXICO, DF., 20 de septiembre de 2014.-  En México, el suicidio se ha convertido en un problema de salud pública y es la tercera causa de muerte en jóvenes de entre 15 y 19 años, advirtió la diputada Alfa Eliana González Magallanes (PRD), secretaria de la Comisión de Justicia.

Refirió que en el 2011 se registraron 5 mil 718 suicidios, de los cuales 80.8 por ciento fueron consumados por hombres y 19.2 por ciento por mujeres, en una proporción de cuatro contra uno.

En virtud de este panorama, la legisladora presentó una iniciativa para establecer que cuando se determine que la causa de muerte es el suicidio, se notifique a la Secretaría de Salud para que brinde atención médica y psicológica a los familiares o personas que directamente convivieron con el suicida o presenciaron el acto.

La propuesta, que modifica el artículo 4 de la Ley Orgánica de la Procuraduría General de la República, y turnada a la Comisión de Justicia, señala que según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), de los hombres adolescentes que cometieron suicidio en nuestro país, 11.8 por ciento se encontraba en unión libre, mientras que en las mujeres esta condición se presenta en el 12.7 por ciento.

Destaca que los principales métodos utilizados, tanto en hombres como en mujeres, fueron el ahorcamiento y el estrangulamiento o sofocación (78.1 y 72.4 por ciento, respectivamente).

Agrega que tres de cada 10 mujeres que consumaron el suicidio contaban con un nivel de instrucción medio superior o superior, mientras que en los hombres dos de 10 diez tenían dicho nivel.

“Todas estas implicaciones, nos llevan a la tarea de diseñar disposiciones jurídicas, con el ánimo de atender a los familiares o personas que directamente convivieron con el occiso suicida, o presenciaron el acto, atendiendo y reconociendo su calidad de víctimas indirectas”, apuntó.

El texto subraya que por cada persona que muere por suicidio, hasta 10 quedan severamente afectadas por dicha pérdida.

“Las conductas suicidas en nuestro país han alcanzado niveles que demandan acciones de prevención y atención efectivas, en las cuales se tenga en cuenta no solo al individuo, sino también las dinámicas familiares y los procesos sociales y culturales en los que el individuo, la familia y la comunidad se hallan inmersos”, sostiene.