MORELIA, Mich., 26 de junio de 2014.- En el estado de Guerrero hay parajes oscuros a los que nadie quiere acercarse, ni siquiera para buscar a los jóvenes normalistas de Ayotzinapa, que este miércoles cumplen dos meses de haber desaparecido.

Uno de esos lugares siniestros se encuentra relativamente cerca del punto de abducción de los normalistas, en la carretera federal que lleva de la ciudad de Taxco de Alarcón a Iguala, pero hasta ahora ninguna autoridad se ha presentado a revisar el punto.

Los vecinos del lugar lo nombran la Trompa del Diablo por la negra historia que lo rodea, y los vecinos aseguran que ocasionalmente “aparece un carro entre las sombras de la noche, se detiene unos momentos, se ven sombras que se mueven, arrancan y en seguida desaparecen”.

La Trompa del Diablo o Pozo Meléndez es un pozo de profundidad indeterminada que ha ganado fama desde la década de 1960 de ser el destino final de muchos perseguidos por los gobiernos y/o por la delincuencia.

La misteriosa oquedad se ubica en la localidad de Puente Campuzano, una comunidad agrícola sumida en la pobreza extrema en la que viven solamente 137 familias. Es una zona violenta y difícil a la que muy pocas veces llega la autoridad, incluso ahora con la desaparición de los muchachos de Ayotzinapa.

Nadie, ninguna autoridad ha buscado ahí a los jóvenes desparecidos y el Pozo Meléndez aún guarda sus secretos acumulados desde los años de la Guerra Sucia.

Algunos vecinos señalan que al principio de las búsquedas la policía llegó a la Trompa del Diablo, pero aseguran que las pesquisas fueron superficiales y que nadie se atrevió a bajar al pozo, del que aún nadie conoce su profundidad ni lo que esconde en sus entrañas.

El Pozo Meléndez alcanzó cierta fama en 1960, cuando el entonces presidente municipal de Acapulco, Jorge Joseph Piedra denunció que ahí se arrojaba a las víctimas de los enfrentamientos entre las fuerzas estatales y los gavilleros que operaban en la zona.

Posteriormente, durante los años 70, la fama del pozo se mantuvo pues las autoridades lo siguieron utilizando para desaparecer a los simpatizantes de las guerrillas de Genaro Vázquez Rojas y Lucio Cabañas.

Hasta hoy, el Pozo Meléndez es un enigma geológico que aún nadie ha podido descifrar. Ninguna expedición ha llegado más allá de los 200 metros, distancia a la que se ubica el primer piso de la profunda oquedad. Pero a partir de ahí el pozo se bifurca creando simas aún más profundas a las que nadie vivo ha llegado aún.