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MORELIA, Mich., 23 de diciembre de 2014.- A un año de haber presentado su renuncia al arzobispado de Morelia por cuestiones de edad, el arzobispo Alberto Suárez Inda adelanta a Quadratín que “por los indicios que hay, pues yo creo que me tendrán que soportar aquí un año más, probablemente todo el 2015”.
En entrevista, el prelado confió que el Papa Francisco le solicitó que se mantuviera en el cargo hasta nueva orden, por lo que asume sus funciones con la tranquilidad de de la sabiduría y experiencia acumulada tras 29 años como obispo en la entidad.
“En Roma, el pasado 20 de mayo, sin que yo me lo esperara el Santo Padre me dijo con voz llena de autoridad: ‘He escuchado que usted ya se nos quiere escapar; yo le pido que aguante’, así que no tuve más que decirle ‘Santo Padre, pues entonces le pido su oración y espero servir el tiempo que Dios disponga’”, confió el prelado.
Sin embargo, el arzobispo de Morelia considera que “por el bien de la diócesis sería bueno que llegara alguien con más juventud, con más energía, con más creatividad”, refiere.
Ya son muchos años, refiere el sacerdote, los que Suárez Inda le ha dedicado a Michoacán. El prelado recuerda en la entrevista que este 21 de diciembre cumplió 29 años como obispo en Michoacán, nueve de ellos en Tacámbaro y 20 en la capital de la entidad
El arzobispo moreliano expresa el profundo agradecimiento por la confianza expresada por el Papa Francisco, que lo ha mantenido en el ministerio en el contexto de una crisis que ha coincidido con a cambiar a los obispos de Tacámbaro, Lázaro Cárdenas y, recientemente, Apatzingán.
Pero junto con ese gran agradecimiento Suárez Inda siente un gran temor, pero no por su vida ni por su seguridad, sino porque “Las condiciones actuales son complejas y se requiere mucha serenidad, pero al mismo tiempo clarividencia para poder animar a los demás, para poder mantener una actitud de paz interior para poder infundir paz en los demás”.
El experimentado sacerdote reconoce que quizá ésta sea la peor crisis que le ha tocado vivir en su ministerio, pero explica y da un contexto que suele pasarse por alto en las contiendas políticas: “sin duda que las crisis se vienen incubando, no son fruto de un acontecimiento de un día. Desde que yo estaba en Tacámbaro, pues ya veía el deterioro de la vida social en civilidad”.
Desde hace 29 años “veíamos grupos de gente que usaba armas, mucho cultivo de droga, mucho descuido también de la educación. Yo creo que ahí está la raíz de los males, la educación que no solamente es la escuela, sino la familia que, desgraciadamente, muchas veces se ha desintegrado”, asevera.
Enemigo de los políticos que “ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio”, el arzobispo habla claro, reflexiona en el papel que ha desempeñado el clero y reconoce que “por parte de la iglesia que quizá no hemos sabido o tenido las habilidades, la sabiduría para poder realmente acompañar más de cerca a los jóvenes en su crecimiento y en su búsqueda de ideales más altos. Puedo decir que gran parte de la juventud está desorientada y pues andan como ovejas sin pastor.