Garantizada la seguridad para el Festival Michoacán de Origen
MORELIA, Mich., 18 de diciembre de 2013.- En el contexto de la apología del delito, las denuncias que incluyen las denominadas narco mantas son mensajes que éticamente no deberían reproducirse, pero las que aparecieron el domingo pasado en ocho municipios de Tierra Caliente en Michoacán llevan otro tipo de mensaje con un valor político y estratégico, advierte el periodista Raymundo Riva Palacio en su columna Estrictamente personal, que publica el portal digital del periódico 24 Horas.
A diferencia de muchas otras mantas que suelen colgar los cárteles para transmitir amenazas de muerte, éstas llevaban otro tipo de mensaje: la identificación del general colombiano Óscar Naranjo como autor intelectual de las denominadas auto defensas, grupos paramilitares que surgieron en el último año bajo el apoyo tácito del gobierno.
Para el columnista, los mensajes del domingo revelan que sus autores “recibieron información de calidad, muy sofisticada para sus estándares, que revela el armado del extraño rompecabezas michoacano, donde las tropas del Ejército en Michoacán aparecen continuamente respaldando y protegiendo a las policías comunitarias”.
Riva Palacio atribuye la acción al general Juan Ernesto Antonio Bernal Reyes, que fue impuesto en la XXI zona militar con sede en Morelia y transferido a Oaxaca a partir del 1 de diciembre, aunque ésta es dirigida por el general de Brigada Diplomado de Estado Mayor Uribe Toledo Sibaja desde esa fecha.
Naranjo fue en Colombia el promotor de grupos paramilitares financiados por hacendados e industriales colombianos, que en los 90 se convirtieron en las Autodefensas Unidas de Colombia, diseñadas como una solución al problema de la violencia en aquel país, que se volvieron núcleo de corrupción y terror.
En su libro sobre paramilitarismo en Colombia, Édgar de Jesús Velásquez describe cómo esos grupos formaron parte de una estrategia contrainsurgente que se convirtió en terrorismo de Estado. “El paramilitarismo invadió las distintas estructuras del poder estatal, en la perspectiva de configurarse como un proyecto político, militar, social y económico de alcance nacional”, escribió, que “ha privilegiado, como método de lucha, las masacres, asesinatos selectivos y desplazamientos de población civil”.
¿Es la arquitectura de la estrategia en Michoacán una guerra contrainsurgente contra Los Caballeros Templarios? Existen policías comunitarias protegidas y armadas por el Ejército -usan fusiles R-15, reglamentarios de las Fuerzas Armadas-, y hay asesinatos, masacres y desplazamiento de población civil.
En esa perspectiva, la colombianización de Michoacán es una realidad en la que no hay nada que lleve a pensar que lo que sucedió en Colombia no pase en México, y que la solución se convierta en un nuevo problema, más grave e irresponsable aquí, al conocerse los funestos resultados de aquello que Naranjo comenzó.