Ataque armado en Uruapan deja un muerto y un herido
MORELIA, Mich., 16 de agosto de 2015.- Como todos los días, este domingo me levante a seis de la mañana, pero llegué hora y media tarde a la oficina y eso que corrí y troté y caminé como cinco kilómetros, pero no me inscribí en el Maratón Moviendo a Michoacán así que no tendré un reconocimiento por la hazaña.
Vivo por el Estadio Morelos, en la colonia Defensores de Puebla así que, luego del baño y preparar el lunch, caminé al libramiento para tomar la combi gris circuito. Me acordé del maratón y del bloqueo de calles demasiado tarde, cuando unos policías desviaron el tráfico vehicular por la avenida Fronteras, a la entrada del paso a desnivel del distribuidor de la salida a Quiroga.
Fue justo una hora durante la que el conductor de la combi siguió una larga fila de autos por calles de colonias desconocidas, buscando una salida hacia el periférico pero todas estaban bloqueadas, unas con rejas, otras con cinta amarilla, otras con conos, pero en todas había elementos policiacos.
Tal vez porque enfrente de mí iba sentado un hombre con uniforme de policía me inhibí y sólo pensé ¿de dónde salieron tantos policías?, ¿dónde diablos se meten si nunca hay cuando alguien los necesita?, esta es una gran oportunidad para que los morelianos conozcan a los elementos de la Fuerza Ciudadana y de la Policía Estatal. Seguramente no los volveremos a ver hasta el próximo maratón.
Atravesando la vieja carretera a Quiroga el avance se hizo más lento por los autos que se incorporaban y un poco delante de la Academia de Policía ya no se pudo avanzar. Los que iban delante de nosotros ya estaban intentando regresar al puente de la avenida Décima para retomar el Libramiento aunque en sentido contrario y buscar salidas alternas a la avenida Madero.
El chofer la combi nos dijo a los cuatro pasajeros: “si quieren les devuelvo su dinero; no hay paso por ningún lado y ya no puedo regresar. Pueden caminar al Libramiento”. Un policía, una mujer, un joven y yo no aceptamos la devolución, conscientes de que lo había intentado, que había gastado mucha gasolina, que lo iban a castigar por llegar varias horas tarde a checar porque nosotros podíamos salir caminando, pero él no podía abandonar su unidad.
Salimos al Libramiento a unos metros del paso a desnivel de distribuidor y cada quien agarró su pasó para llegar a su destino; el policía el joven y yo, al trabajo; la señora iba a su casa, a dormir, después de su jornada laboral.
La verdad, me molestó ver a unos cuantos participantes en el maratón caminando a sus anchas sobre el Periférico; tal vez ya iban cansados, no sé cuántos kilómetros habían corrido ya, me angustiaba pensar en los que tenía que caminar yo.
Estuve tentada a regresar a mi casa y trabajar desde ahí, pero me ganó la curiosidad y pensé: en el río puedo tomar una combi que me acerque a la avenida Periodismo porque, en sentido contrario, si había tráfico vehicular. Eso no fue posible, pero entonces consideré que en la avenida Siervo de la Nación sí podría hacerlo porque por ahí circulan varias rutas como la gris, azul, verde y camiones.
Tuve suerte, no tardó en pasar una combi, la 177 gris, Lomas del Valle, que me dejaría en Periodismo y Francisco J. Múgica pero 20 metros adelante, en la base, el chofer simplemente se bajó y pasaron más de 10 minutos y no regresaba. Ya estaba poniéndome histérica, porque dejó la combi cerrada y no me podía bajar para tomar otra, cuando regresó. Le pedí mi dinero y le dije muchas cosas feas sobre el pésimo servicio.
Me subí a otra combi que me dejó donde tenía previsto camine hasta avenida La Huerta, doblé en avenida Universidad y luego en Valle de Guayangareo para llegar a la oficina, hora y media después de las ocho de la mañana, mi hora de entrada.
Como yo, miles de morelianos sufrimos las consecuencias de una mala organización del maratón. Esperemos que para el próximo consideren el número de participantes antes de establecer la ruta. Mil participantes bien pudieron dar las vueltas que se requirieran para cubrir 5, 10 o 40 kilómetros, sin tener que trastocar la vida de los morelianos.