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MORELIA, Mich., 18 de febrero de 2014.- A finales de enero, en una sola noche alrededor de 40 madres de familia con sus hijos llegaron al refugio Casa Madre Asunta de Tijuana, todas procedentes del mismo lugar: Michoacán, destaca un amplio reportaje que publica este martes el portal electrónico del periódico español El País.
La causa del éxodo también era la misma, todas las familias encabezadas por las madres huían de la violencia que aún se vive en la región de la Tierra Caliente y de la sierra michoacanas.
También todas llegan a Tijuana con la ilusión de que el gobierno estadounidense les conceda asilo político en su territorio, sueño que muy pocas personas logran concretar y la mayor parte se quedan en esa ciudad fronteriza ante el temor de perder la vida, dice el diario hispano.
En lo que va de este año, unas 120 familias michoacanas han llegado a Tijuana. La mayoría son madres con sus hijos, pero también hay las que viajan con sus maridos. Es el caso de Claudia y Marco, una joven pareja veinteañera que ha venido a probar suerte. Habían escuchado que les “dejaban entrar” a Estados Unidos debido a la violencia que sufre la región, escenario de enfrentamientos entre el cartel de Los Caballeros Templarios y los autodefensas, civiles armados desde hace casi un año, dice El País.
“Allá en Michoacán dicen que aquí nos están dando asilo político”, dijo con ilusión a El País una de las migrantes forzadas de nombre Claudia. Ella llega de Gámbara, una de las comunidades del municipio de Múgica más afectadas por el conflicto entre Caballeros Templarios, autodefensas y Gobierno Federal.
Pero son muy pocos los afortunados, enfría el diario hispano. De 12.000 peticiones expedidas por mexicanos en 2012, solo se concedieron 126. En el caso de Claudia, llega con su marido, pero él se queda en el albergue vecino, donde se hospedan los hombres. La Casa del Migrante alberga a casi un centenar de inmigrantes que quedan varados en el intento de llegar a la frontera o que acaban de ser deportados.
“Yo era taxista”, cuenta Marco. “Somos los primeros a los que nos amenazan”. Los Caballeros Templarios suelen utilizar a los taxistas como halcones, es decir, informantes de cualquier movimiento extraño que ocurra en los pueblos que dominan, aclara el periódico peninsular.
Mary Galván, una trabajadora de la Casa Madre Asunta, cuenta que al albergue han llegado “decenas de familias por día” y que muchas rehúsan a hablar porque “están cansadas de tanta entrevista”.
Decenas de medios de comunicación les han visitado en estos días. Afirma que muchas son de Aguililla, otro municipio de la Tierra Caliente, y que ellas cuentan que son las propias autodefensas las que las han obligado a salir de sus pueblos. “Dicen que fuerzan a los jóvenes y niños a unirse a ellos o, si no, les expulsan del pueblo”.
“Aquí siempre ha venido gente de Michoacán”, explica el padre Pat Murphy, neoyorquino y director de la Casa del Migrante. Michoacán es uno de los principales estados expulsores de inmigrantes. Entre los 125 mil ciudadanos mexicanos que fueron deportados de Estados Unidos en 2012, el 10 por ciento procedía de Michoacán.
(Más en: http://internacional.elpais.com/internacional/2014/02/18/actualidad/1392686527_240517.html.)