Baja, tasa de crisis emocionales en agentes de la Guardia Civil: SSP
MORELIA, Mich., 20 de febrero de 2015.- Nada vuela tan rápido como el tiempo y hoy el volcán niño, el Paricutín, cumple en reposo sus primeros 72 años. Según las crónicas de la época, su inesperado alumbramiento fue rápido y doloroso. Nadie lo esperaba, sólo el difunto Dionisio Pulido, el campesino que difundió la noticia, presentía la preñez de Pacha Mama en cada tibia convulsión que solía estremecer la tierra desde enero de 1943.
El 20 de febrero el presentimiento se volvió certeza: Pacha Mama rompió su fuente y de su entrepierna comenzó a brotar el fuego, la sangre de la tierra. Atónito, don Dionisio corrió a la Jefatura de Tenencia de San Juan de las Colchas a reportar el hecho.
Cuyiutziro, su rancho, se inflamaba gravemente y los márgenes de la quebrada que procuraba emparejar con piedra, leña y basura se dilataban como se dilatan los labios inferiores de las parturientas, anunciando el nacimiento del coloso.
La alarma se extendió vertiginosamente entre los vecinos y el pueblo no tardó en llenarse con gente de todos los rumbos de la Meseta para atestiguar el alumbramiento.
A la semana, la inflamación del de vientre Pacha Mama producía estertores, sacudidas y temblores, y rebasaba los 25 metros. El pueblo se llenó de extraños y una febril actividad geoturística hizo mejorar momentáneamente la economía de los aldeanos.
Don Dionisio vendió Cuyiutziro por siete pesos, cantidad que invirtió en charanda para darle vuelo a la hilacha. El comprador, un extraño catrín que se hacía llamar Doctor Atl como si fuera nahua, levantó una casa de piedra desde donde pintaba el alumbramiento
En marzo y abril el vientre de la Pacha Mama se expandía y de sus hinchados labios inferiores brotaban fuego, arena y cenizas. ¡Es una volcana! Exclamaba el pueblo, porque no veía aún la lava da el sexo masculino a los volcanes.
Pero en mayo el volcán cambió de sexo y torrentes de lava salían de los vaginales labios de la Pacha Mama, cuyo vientre superaba ya los 200 metros. El coloso mostraba su cabeza, y aldeanos y turistas, aterrados todos, iniciaban el éxodo parecía interminable.
La furia del volcán niño devoraba el pueblo, del que los aldeanos apenas pudieron salvar al santo patrono. Las cenizas lo cubrían todo y los furiosos ríos lava todo derretían la casa de piedra del doctor Atl el excéntrico catrín transmitía al lienzo el esplendor del nacimiento
Los vecinos se dispersaron, unos fueron a Tinajuata y de ahí a Zacán, Angahuan, Corupo, Charapan, Santa Clara, Caltzontzin y Zirosto. Con ayuda de los generales Ireta y Cárdenas construyeron nuevos pueblos: Nuevo Zirosto, San Juan Nuevo y otros.
Para octubre, el joven Paricutín ya era un coloso de más de 2 mil metros y siete bocas que vomitaban fuego, material incandescente, arena y cenizas que lo cubrían todo