Se preparan morelianos para dar felicidad y regocijo a niños en su día
CIUDAD DE MÉXICO., 2 de abril de 2016.- En la Unidad Allan B. Polunsky, una ais- lada prisión del Departamento de Justicia en Texas, 10 mexicanos esperan turno en un pequeño edificio al que llaman “el infierno”. El nombre oficial es Death Row o fila de muerte. Es aquí donde terminan quienes han sido condenados a recibir una inyección letal como castigo por sus crímenes. Hoy la lista suma 252, entre ellos 10 originarios de estados como Zacatecas, San Luis Potosí, Chihuahua y Estado de México, entre otros.
Según el diario El Universal, al final de la fila hay una cama. Es una plancha metálica sostenida por un tubo al centro. Encima tiene una colchoneta blanca, una almohadilla y cinco cinturones de seguridad. Al lado derecho sobresale otra camita del tamaño de un brazo, con otra cinta de seguridad al centro. Si uno hubiera de acostarse en ella sus ojos quedarían frente a un invasor micrófono colgado del techo y a un lado una cámara de seguridad. A los pies, colgado en lo alto de los ladrillos verde pistache está el reloj que marca la hora de ejecución. Al lado izquierdo una ventana donde el único paisaje que se puede ver es el reflejo de uno mismo acostado en la plancha metálica.
Hoy, Estados Unidos es el único país que practica la pena de muerte en todo el hemisferio occidental: una herencia de la ley inglesa y continuada hasta antes de la Declaración de Independencia. Desde 1846 hasta el año pasado varios estados del vecino país han abolido la pena de muerte por considerarla inhumano. Texas lo hizo por algunos años, hasta 1976, cuando se decidió que volvería a ser una práctica. Desde entonces y por mucho ha sido el estado más activo en ejecuciones de reos.