Con lesiones resultó un automovilista al volcar su unidad en Morelia
MORELIA, Mich., 22 de noviembre de 2015.- A principios de los años 90, en el marco de las negociaciones para el restablecimiento de las
relaciones diplomáticas entre México y el Vaticano, el presidente Carlos Salinas de Gortari puso sobre la mesa una petición que causó perplejidad entre los emisarios de la Santa Sede: que el papa Juan Pablo II declarara nulas las excomuniones contra Miguel Hidalgo y José María Morelos.
Los negociadores del Vaticano, encabezadas por el entonces nuncio apostólico Girolamo Prigione, llevaron a Roma la solicitud del mandatario mexicano, el primero que parecía dispuesto a sepultar décadas de encono entre Iglesia y Estado y el primero que se mostraba partidario de promulgar una Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, con lo que se lo otorgaría personalidad jurídica a la Iglesia católica.
Una vez enteradas de la solicitud del presidente Salinas, las autoridades vaticanas ordenaron revisar el expediente de Manuel Abad y Queipo, el obispo de Michoacán que hace un par de siglos excomulgó al Padre de la Patria y al Generalísimo.