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MORELIA, Mich., 17 de abril de 2014.- Medio siglo después de haber extraído de su lugar de origen la monolítica imagen del “néctar de la Tierra” y Señor del Agua, la milenaria representación de Tláloc que hoy preside la entrada al Museo Nacional de Antropología e Historia recibirá cirugía mayor y será sometida a un delicado proceso de restauración.
De acuerdo con los estudios interdisciplinarios que desde 2013 realizado el Instituto Nacional de Antropología e Historia para determinar el estado del monolito tetotihuacano, la salud del viejo Tláloc es relativamente buena, “salvo algunas alteraciones superficiales provocadas por los contaminantes provenientes del tránsito vehicular de Paseo de la Reforma”.
Pero el Señor del Agua ya no es el mismo que fue arrancado de Coatlinchán, en el Lago de Texcoco, pues “nomás se lo llevaron y aquí dejó de llover como antes”, le recuerda al periódico español El País Cirilo López, un viejo de 78 años que participó en la defensa del dios teotihuacano (http://cultura.elpais.com/cultura/2014/04/17/actualidad/1397700638_958618.html.)
“No queríamos que se lo llevaran, ¿por qué, si era nuestro?”, explica el viejo indígena al reportero del periódico español que lo cuestiona. Los texcocanos de Coatlinchán se rebelaron y “también quebraron todos los vidrios de las cabezas del tráiler. Los ingenieros que habían venido salieron corriendo porque la gente los quería matar”, contó don Cirilo.
El viejo texcocano recuerda que en 1962 empezaron las visitas al pueblo para preparar el traslado. Fueron dos años de negociación en la que los habitantes no dejaban claro si dejarían que se llevaran el monolito. “Nos prometieron carreteras y agua”, recuerda Cirilo. Nada de eso se cumplió.
El reportaje de El País da voz al rumor popular que corre en Coatlinchoán en el sentido de que el néctar de la Tierra sigue oculto en la Cañada del Agua, y que quien resguarda la entrada del Museo de Antropología es la pareja del dios milenario de los teotihuacanos.
En el pueblo se sabe a ciencia cierta que “nadie nunca lo ha visto, pero dicen que Tláloc vive aquí en su forma de serpiente y yo creo que sigue ahí, si no ya hubiera dejado de llover definitivamente”, dice don Cirilo.
Por otra parte, además de la defensa popular que concitó en su momento el Señor del Agua, el traslado del monolito a la ciudad de México también fue una notable obra de ingeniería que, curiosamente, se desarrollo bajo torrenciales aguaceros hace 50 años.
Como recuerda el periódico El Financiero en su portal digital, “Nunca antes se había realizado en el país una maniobra tan espectacular: mover y trasladar el monolito prehispánico de Tláloc, del municipio de Texcoco a la Ciudad de México. Ésta es la escultura tallada en piedra más antigua y grande que hay en toda América, con un peso de 167 toneladas y siete metros de altura”, destaca en un reportaje que puede consultarse en http://www.elfinanciero.com.mx/after-office/a-50-anos-de-la-hazana-que-fue-mover-a-tlaloc.html.