MORELIA, Mich., 14 noviembre de 2018.- Un estudio realizado por el Instituto Nacional de Rehabilitación (INR), perteneciente a la Secretaría de Salud (SSa), sugiere que uno de cada cinco menores de entre seis y 18 años presenta evidencia de daño auditivo inducido por ruido recreativo.

 

A través de un cuestionario levantado a 480 estudiantes de primaria, secundaria y preparatoria, de escuelas de la Ciudad de México y del área metropolitana, se encontró que el 20 por ciento de los oídos estudiados mostraron un incremento en la cantidad de decibeles para obtener respuesta en la frecuencia de 6 mil Hertz.

 

El estudio, encabezado por la audióloga, otoneuróloga y foniatra, Ileana Gutiérrez Farfán del INR, y publicado en el volumen número 60 de la revista científica, Salud Pública de México de marzo-abril de este año, desliza que “el ruido recreativo está afectando el umbral auditivo de niños y adolescentes en México”.

 

Al respecto, el doctor José Jesús Cortés Ruiz, audiólogo, otoneurólogo y foniatra de la Unidad Médica San Ángel en la capital michoacana, establece que el daño auditivo inducido por ruido es una de las enfermedades más comunes que ven los especialistas, específicamente, por el uso de audífonos.

 

“Es una lesión que ocurre a nivel de las células pilosas de la cóclea del oído, son células muy frágiles a ese tipo de ruidos intensos y este daño puede ser tanto temporal, como permanente, también puede ser de instalación súbita, es decir, de un momento a otro, como un trauma acústico, o puede ser lentamente progresivo”, explicó.

 

De acuerdo con el especialista, los niveles de ruido recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), son aquellos que son menores a 85 decibeles, lo que significa que la persona no puede estar sometida por más de ocho horas.

 

“Conforme se suben los decibeles se reduce el tiempo de exposición para que sea seguro. Cada tres decirles se reduce la mitad. 85 decibeles son ocho horas y 88 decibeles son cuatro horas y así vamos disminuyendo el tiempo”, agregó Cortés Ruiz.

 

Para entenderlo de una mejor manera, detalla que tan solo una conversación normal entre dos personas, a un metro de distancia, se encuentra entre 50 y 60 decibeles; el sonido de una motocicleta entre los 80 y 90 decibeles; y el ruido que emite la turbina de un avión, un concierto de música rock, o un bar o centro nocturno, está entre los 90 y los 100 decibeles.

 

“Los equipos de audio como los celulares, tabletas y computadoras pueden tener una potencia de hasta 100 decibeles, es decir que la persona no puede estar expuesta por más de 15 minutos en un día”, alertó el médico audiólogo.

 

Los niños, adolescentes y adultos jóvenes menores de 35 años son la población más susceptible a presentar este problema de audición porque son quines más utilizan este tipo de aparatos electrónicos.

 

“Lo que hemos visto en ellos es que las lesiones principales que presentan son: tinnitus o acúfenos, que es el zumbido y la lesión coclear que tiene como consecuencia pérdida de la audición o hipoacusia, que puede ser permanente”, añadió.

 

Si bien, indica que las células de la cóclea tienen la capacidad de restablecer su función a la normalidad, advierte que cuando los síntomas de oídos tapados o la pérdida de la audición son constantes, se va perdiendo esa capacidad hasta dañarlos de manera irreversible. “Generalmente el tratamiento final es el uso de algún aparato auditivo”, señaló.

 

En niños de edades tempranas los problemas para escuchar, poner atención en la escuela y un bajo rendimiento, derivado de problemas auditivos, han hecho que cada vez sean más frecuentes la visitas a los consultorios.

 

Por ello, el audiólogo, otoneurólogo y foniatra recomendó:

 

1.- Reducir el volumen de los reproductores de audio en la medida de lo posible

 

2.- Disminuir la frecuencia y el tiempo de exposición, principalmente cuando se usan audífonos

 

3.- Evitar lugares con un ambiente ruidoso 

 

4.- Realizarse revisiones audiológicas por lo menos una vez al año 

 

“Son muy importantes lo resultados que tenemos en México, muchas veces pasa desapercibido porque la lesión, cuando es crónica, prolongada, es muy poco lo que se va perdiendo con el tiempo, entonces pasa desapercibido, no lo detectan hasta que es un nivel de pérdida más profunda”, concluyó.