MORELIA, Mich., 03 de marzo de 2017.- En hospitales públicos, al menos siete de cada 10 mujeres sufren violencia hospitalaria, mientras que en los hospitales privados la estadística estima que son tres de cada 10 parturientas, quienes, junto con sus bebés, sufren violencia que va desde comentarios de burla, medicación y cirugías innecesarios, hasta hostigamientos y humillación.

Lo anterior fue expuesto por Juan Carlos Vargas Archundia, ginecobstetra miembro del Centro de Investigación Materno Infantil del Grupo de Estudios al Nacimiento, quien este viernes impartió la conferencia: Paradigma en la atención obstetra, en el marco inaugural del Foro Nacer en México.

El especialista señaló que entre los principales tipos de violencia se encuentran la separación del bebé de la madre al momento de nacer, aunque el bebé no requiera algún tipo de atención extraordinaria; medicalización innecesaria para acelerar el parto; cesarías innecesarias; parto en posición acostada, cuando la posición ideal de la parturienta es inclinada o vertical.

Otro tipo de violencia, expuso, es la obstaculización a la presencia del padre, a quien le es negado el contacto “piel a piel” con su bebé durante la primera hora del nacimiento; la violencia verbal del personal médico, mediante frases como: “no grites, cállate y puja” o “¿te duele? ¿Pero no te dolió cuando te lo estaban haciendo?”.

Otra forma de violencia son los tactos vaginales innecesarios que violentan el pudor e intimidad de la mujer; la aplicación forzada de métodos anticonceptivos; la innecesaria episiotomía o corte en el periné que posteriormente se sutura sin ningún anestésico; la anestesia o “bloqueo”, para evitar el dolor, o aplicación de oxitocina para apresurar el parto.

Retornar a las parteras tradicionales

Vargas Archundia señaló la  necesidad de modificar las estructuras culturales occidentalizadas con relación al parto, y retomar métodos tradicionales con parteras especializadas, con métodos que humanicen el parto y dignifiquen el trato a la madre y su hijo, con una participación protagónica del padre; consideró que ello permitiría ahorros de hasta el 80 por ciento en el presupuesto, y se traduciría en una sociedad menos violenta.

Y es que, explicó que la violencia de que es objeto la madre durante el parto es resentida por el bebé, quien experimenta estrés y ansiedad, lo que a la postre se traduce en estados de frustración que le generan un estado de enojo; “desde el nacimiento se está generando violencia”, comentó.

Legislar al respecto e incluir tema en currícula educativa 

El especialista señaló que es urgente tomar medidas respecto a esta forma de violencia, entre las que señaló la necesaria actualización de la Norma Oficial Mexicana para la Atención del Parto, la inclusión del tema en las currículas escolares y de educación superior; la creación de comités de vigilancia en hospitales; la evaluación psicológica de aspirantes y médicos obstetras y la educación no sexista de los hijos en el hogar.