TANHUATO, Mich., 4 de junio de 2020.- “Vivir a un lado del río es despertarse todos los días, salir y sentir como siestuvieran cinco o 10 animales muertos enfrente de tu casa. Es un olor apestoso”, se queja María Guadalupe Guerrero, quien tiene su hogar cerca del Río de Las Nutrias, un cuerpo de agua que solo en la memoria puede ser llamado así, porque ahora está muerto; no es más que un charco contaminado por residuos en putrefacción.

Ubicado en la cabecera municipal de Tanhuato de Guerrero, Michoacán, el Río de Las Nutrias ha sufrido los efectos de las descargas contaminantes que le despojaron de todo. Le arrebataron su fauna, su flora, su vida y hasta su identidad, porque la insalubridad de sus aguas aniquiló a los animales que le dieron origen a su nombre: las nutrias.

Hace más de 40 años, allá por la década de los 80, la contaminación del Río de Las Nutrias apenas comenzaba. Su muerte empezó lenta, pero policausal. Su nacimiento natural era en la Laguna de Monteleón, en el municipio de Yurécuaro. En su travesía, hasta circular por la cabecera municipal de Tanhuato y desembocar en la Laguna de Gonzalo, en el Albareño, municipio de Vista Hermosa, era nutrido por diferentes afluentes: desde Las Cieneguitas, La Presa y Tarimoro –todas comunidades pertenecientes a Tanhuato–.

Hay quienes vivieron y disfrutaron el río sano, vivo, limpio. Es el caso de Isaac Ortega, afectado que vive cerca de este cuerpo de agua, y que de los años 70, recordó: “antes teníamos un río muy bonito, donde había bagre, carpas. Nosotros nos bañábamos ahí. Y te digo nosotros porque yo de niño vivía a escasos 200 metros. Nos íbamos caminado ahí al río, jugábamos, hacíamos camas de lirio y las usábamos como ring para jugar luchas libres”.

El biólogo José David Arreguín, quien desde hace 40 años radica en Tanhuato, mencionó: “me voy hacia el pasado y me imagino cómo debió de haber sido; compañeros docentes del Colegio de Bachilleres platican que ellos de niños nadaron en ese río, que era mucho más limpio, muy claro, bonito. Desafortunadamente, de ese tiempo la fecha, la especie tan complicada que somos el ser humano ha ido destruyendo lenta, pero incesantemente, el entorno”.

El problema que encierra al Río de Las Nutrias está compuesto por dos fases: la primera es que se desecó, ahora solo lleva agua pluvial en temporada de lluvia; en tiempo de estiaje, está casi seco, solo circulan por ahí agua negra y desechos. Estos dos últimos forman la segunda fase: contaminación por la recepción de descargas residuales.

La agricultura, que antes de la insalubridad del río era tradicional, evolucionó y empezó a avanzar hacia a la destrucción del ecosistema, cambiando así la vida de los tanhuatenses y dejando seco a este cuerpo de recurso hídrico. Las aguas fueron obligadas a dejar de ser lóticas –aquellas que siempre tienen movimiento en una sola dirección–, para convertirse en lénticas –estancadas– en putrefacción.

Con la finalidad de poder cultivar en temporada de sequía, y no solo en periodo de lluvias, la agricultura comenzó con la perforación de pozos profundos para extraer agua freática y utilizarla de regadío. Así fue que los afluentes naturales del río dejaron de alimentarlo. También ellos se quedaron secos.

Pero incluso ahora, aun cuando las lluvias llegan, la corriente que circula por el río no es suficiente para arrastrar todos los residuos tóxicos. Para el biólogo David Arreguin, el río es “solamente, un canal saturado de materia orgánica en descomposición, con aromas muy desagradables”.

“Algunos agricultores tapan o ponen piedras o costales con arena (represas) a cierto grado del río porque también bombean agua a veces, aunque esté sucia, para el regadío de algunas tierras o para algunos cultivos y nunca quieren quitar esos costales. Lo que causa es que se detenga el caudal de las aguas negras y no avancen, entonces, se quedan por más tiempo y el olor permanece en el río, en la parte que cruza el pueblo”, explicó un trabajador de administraciones gubernamentales pasadas, quien prefirió mantenerse anónimo.

Respecto a la descarga de contaminantes que, al no existir ya un caudal, se quedan estáticos, apestando, el Río de Las Nutrias recibe los desechos de procesadoras de lácteos, lo que hace que la superficie se vea de color blanco y los aromas fétidos se intensifiquen; también es destino de aguas negras; de los residuos que se generan en el rastro municipal; y de aguas de uso agrícola, que después de regar cultivos, desembocan ahí.

La población afectada considera que las administraciones gubernamentales han ignorado la situación. Afirma que su problema les sirve a los políticos para hacer promesas en campaña –“que después no cumplen”– y así atraer votos. La gestión de política y obra pública que se ha hecho en busca de soluciones, afirman, ha sido deficiente: se cometieron errores que empeoraron las molestias, pues la contaminación y los olores insoportables continúan, y representan un foco potencial de problemas a la salud.

Dice el Gobierno Municipal actual ya tener un proyecto estructurado, realizado a partir de un estudio que ejecutó la Comisión Estatal del Agua y Gestión de Cuencas (CEAC). El alcalde, Daniel Aranda, asegura que el saneamiento del río se logrará antes de que termine su administración (2018-2021), con poco más de un año para que termine su mandato y en medio de una crisis sanitaria mundial a causa del Covid19.