Bloquean carretera Uruapan-Carapan por presunta desaparición de comunero
MORELIA, Mich., 24 de octubre del 2016.- “Lo siento, no puedo surtir esa receta. Sé que así las está expidiendo el Centro de Salud, pero a mí me multa la Cofepris… En la Secretaría de Salud lo saben. No puedo”, me dice la empleada de mostrador de la línea de Farmacias Similares, sucursal Morelos Norte, en el Centro de esta ciudad capital, al intentar adquirir el medicamento requerido.
Y es que por mucha urgencia que uno lleve, no se puede negar que el pedazo de papel en el que está expidiendo recetas médicas la Secretaría de Salud, en el Centro de Salud, se ve francamente de dudosa calidad.
Las recetas no tienen membrete, no son impresas por computadora: se trata de hojas recicladas, con su respectivo papel carbón en medio, muy al estilo de las oficinas de gobierno en los años 70´s y 80´s en México.
Aunado al reto propio que representa recibir la atención médica en los servicios que presta el estado, por el tiempo que se necesitas pasar sentado afuera del consultorio, seas o no derechohabiente del Seguro Popular, ahora resulta que no puedes comprar tus medicamentos, sin contar que luego la Secretaría no cuenta con muchos de los medicamentos que se necesitan.
Igualmente, en el supuesto de que se cuente con la solvencia económica para comprar los de patente, al final como las recetas lucen claramente improvisadas y hechizas, no pueden surtirte.
Con toda la pena del mundo, hay que decirlo, el doctor tuvo que doblar la hoja y hacer las dos mitades, sacar su regla y, a la mera usanza de las profesionales de las maquinas de escribir, pero sin su presteza, empalmar de tal modo que quedara parejo y cortar.
El doctor León, en nuestro caso, encargado del consultorio de servicio ambulatorio comenzó a escribir en su receta improvisada: Amoxicilina, Paracetamol y Ambroxol, prescripción médica ordinaria para alguien con infección en la garganta.
El papel sobre el cual fue escrita no era convencional, se trataba de una hoja reciclada de la póliza del seguro de una señora de apellido Pérez Ceja, con reimpresión del 24 de septiembre del 2015.
De esto se percató el médico, quien dijo sentirse apenado por la clase de receta que estaba entregando, pero no tenía otra opción, pues desde hace dos semanas estaban en esas circunstancias, hechos que también había dado a conocer Quadratín el sábado pasado.
Al final, la solución al nuevo obstáculo vino: pedir una transcripción a un médico del consultorio de la línea de Farmacias del Ahorro, quien amablemente aceptó hacerlo, consciente de las deficiencias de la institución del estado y las necesidades de los pacientes.